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Universidad para el “buen vivir”

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  • Universidad para el “buen vivir”
  • Carlos Iván Moreno Arellano

Cómo es que millones de personas no ven a Trump como moralmente reprobable? se pregunta David Brooks en su artículo en The Atlantic (Why Do So Many People Think Trump Is Good?). “Miente, abusa del poder, divide... y, sin embargo, para muchos, no sólo es aceptable, es admirable”. ¿Cómo llegamos a esta anestesia ética?

Influido por el filósofo Alasdair MacIntyre, Brooks apunta a una causa profunda: vivimos en una era moralmente fragmentada, sin narrativas comunes para distinguir entre el bien y el mal. Lo que predomina es el “emotivismo”: lo correcto es lo que siento que está bien.

Durante siglos, formar ciudadanos implicó transmitir tradiciones éticas compartidas. Desde Atenas hasta las primeras universidades modernas, ser maestro, médico o soldado residía en servir a un ideal de excelencia ligado al bien colectivo. La dignidad y el prestigió derivaban de lo común: “al servir a los estándares de mi oficio”, dice Brooks, “contribuyo a la ciudad que me formó”. El sacrificio por la comunidad era virtud, hoy es debilidad.

La Ilustración nos dio derechos y libertades, pero también desmanteló los marcos comunitarios. Privatizó la moral y relativizó el “buen vivir”. Nos hizo autónomos, pero también nos aisló. El utilitarismo, concebido para “maximizar” la felicidad colectiva, nos llevó al capitalismo individualista y depredador; donde el fin justifica los medios, y la moral es un árbol que da moras. En ese vacío, la técnica reemplazó a la virtud; la carrera, al carácter. Educamos para “saber hacer”, sin profundizar en el “para qué”.

La universidad no escapa a esta deriva. Marginalizamos la filosofía y las artes liberales, en favor de la híper-especialización. Una formación meramente instrumental no construye ciudadanía ni sentido de pertenencia colectiva. Al tecnificar la existencia, vaciamos su significado. No basta con enseñar a programar o diagnosticar; hay que enseñar a deliberar, a empatizar.

Es urgente repensar la educación superior, como faro y brújula ética. Recuperar las humanidades y el pluralismo. Formar no sólo la razón, sino el carácter y el propósito. Una sociedad democrática no sobrevive solo con expertos, requiere ciudadanos qué se hagan las preguntas fundamentales: ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestra misión en comunidad?


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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