Política

Trampa de la pobreza: educación o barbarie

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  • Trampa de la pobreza: educación o barbarie
  • Carlos Iván Moreno Arellano

La pobreza no es solo una condición económica, sino una condena hereditaria para millones de jóvenes. La falta de oportunidades educativas cierra puertas y humilla. En el mejor de los casos, lleva al subempleo y a la precariedad y, en el peor, al crimen organizado. La evidencia es abrumadora: a mayores niveles educativos, mayor desarrollo y menos violencia. Sin acceso a la universidad, la movilidad social se anula y las opciones de vida digna se reducen drásticamente.

La reciente revelación de campos de exterminio en Teuchitlán es la manifestación más brutal de este fracaso social. En ésta y otras muchas regiones del país, el crimen organizado se ha convertido en la única “estructura de ascenso” para miles de jóvenes. El rezago histórico en garantizar acceso a la educación y al empleo digno también ha empujado a generaciones enteras a la barbarie. Las cifras hablan por sí mismas: en Jalisco, alrededor de 500 mil jóvenes están fuera de la universidad; en México son más de seis millones.

En este contexto, el Plan Nacional de Desarrollo (2025-2030) presentado por la presidenta Claudia Sheinbaum plantea una meta ambiciosa, pero necesaria (una “misión” diría la economista Mariana Mazzucato): lograr el 55% de cobertura en educación superior. Esto significa crear más de un millón de nuevos espacios para jóvenes que, de otra manera, estarían condenados a la incertidumbre laboral o al reclutamiento criminal. Se trata de una apuesta audaz, una decisión política que debe traducirse en universidades fortalecidas, programas de acceso equitativo y una educación superior que no solo incluya más jóvenes, sino que los prepare para transformar sus entornos.

Las universidades son más que edificios con aulas; son trincheras de movilidad social, refugios contra la violencia, catalizadores de talento. La educación no solo forma profesionistas, también salva vidas: cada año adicional de escolaridad reduce la probabilidad de involucrarse en actividades delictivas.

Por ello, la educación debe ser vista como asunto de seguridad nacional. No es un remedio inmediato, pero es la única solución sostenible. Cada joven que ingresa a la universidad es un triunfo contra la violencia. Necesitamos más jóvenes en las aulas y menos estadísticas del horror.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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