Dos hombres atrapados en diferentes bucles han tomado una misma decisión, cada uno desde su distante temporalidad, una que acaso haya tenido un cruce fugaz en el calendario. Uno ha decidido consumarla con la variante de la poesía, el otro con una forma no tan diferente, también artística: la letra de una canción. Uno viene del Estados Unidos que se forja a fuerza de guerras y persecuciones a lo largo del siglo XX, muriendo y acaso renaciendo ipso facto cuando el otro sale de una Escocia que lo adopta en su desarrollo primario y lo lanza a Londres apenas saliendo de la adolescencia.
Uno se llama Carl Sandborg, es un poeta e historiador nacido en Illinois un Día de Reyes de 1878, muerto en el año que prefigura una de las más grandes revoluciones sociales del mundo, 1967, y el otro es Rod Stewart, un joven músico que se ha convertido en una figura mítica prematura en los bares londinenses justo en esa fecha, abriendo sus puertas a las bandas del naciente ritmo, ya no aquel rocanrol a lo Elvis o a lo Beatles, sino a una ola incontenible que explota con este rubio despeinado, en mallas, con una voz que se tornará la más peculiar del rock al frente del grupo Faces.
Sus caminos se han encontrado en el verso de un poema y en la estrofa de una canción. Sus letras han superado el bucle en el que van y vienen sin descanso, evocando a la misma chica, acaso atrapada en un espacio-tiempo distinto cada vez, acaso alternando su tránsito para inspirar arte literario y musical, oficio de musa para tal caso. En un salto cuántico se llama Mag, en el otro Maggie.
En la página 27 de Chicago Poems (1916), Sandborg escribe: “I wish to God I never saw you, Mag”, verso al que sigue una diatriba horrible en la que abjura de la relación con la chica, de sus hijos, de lo que gastó en ropa y alimentos. En “Maggie May” (1971), Stewart reprocha todo a su amada, mayor que él, pero sobre todo haberle robado el corazón y el alma: “Maggie, I wished I’d never seen your face”. Rod está atrapado en un bucle, como Carl, no lo saben, pero Mag, Maggie, será eterna. Yo la he visto.