La pantalla del canal Film&Arts, “el arte del entretenimiento”, me produce un estado de tranquilidad y bienestar que no alcanzo a desentrañar todavía, pero me remite sin duda a algún buen momento de un pasado no tan inmediato. Hace días veía por esa ventana de Sky Los imperdonables (1992), esa obra maestra de Clint Eastwood en la que comparte créditos en un duelo más que del Oeste, de actuación, con el recién fallecido Gene Hackman, quien interpreta un personaje de época, Billito, acaso tan memorable como aquel otro que es un violento agente del FBI combatiendo al Ku Klux Klan en Mississippi en llamas (Alan Parker, 1988).
Un buen hábito que conserva ese canal, además de programar la quintaesencia del cine mundial, es que deja correr los créditos al final del filme a su velocidad natural, sin encimarle imágenes ni anuncios, por lo que descubrí, mire usted, a estas alturas del partido, que el autor del libro cinematográfico de la película de Eastwood se llama David Webb, es decir, homónimo de un personaje cinematográfico al que todos conocemos de principio como Jason Bourne, interpretado por Matt Damon en sus cuatro capítulos, pero cuya verdadera identidad es, precisamente, David Webb, a partir de la trama de esa suculenta saga de espionaje y sicariato.
Recuerdo haber caído en cuenta así también, con la paciente lectura de los créditos finales, de que fue la bailarina Paula Abdul quien entrenó a Val Kilmer para sus danzas chamánicas en su papel de Jim Morrison en la gran cinta The Doors (1991), de Oliver Stone, y que uno de los paleontólogos que asesoraron a Steven Spielberg para Jurassic Park, además del estelar Jack Horner, quien inspira la figura de Alan Grant (Sam Neill) en la película, fue Robert Bakker, un auténtico vaquero texano estilo ZZ Top personificado en la segunda entrega de la saga con un destino malogrado.
Evocando estas cintas y estos personajes puede ser, quizá, que precisamente esas historias y sus protagonistas sean los motivos de esa nostalgia de las que les contaba cuando uno se asoma a Film&Arts. Larga vida al cine.