No sé si te ha pasado, pero a mí sí, incontable número de veces. Cada año que comienza he “establecido nuevos propósitos”. Ya sabes; bajar de peso, alimentarme más sanamente, disminuir el consumo de refrescos, esforzarme por aprender bien un idioma, y otras muchas cosas que, a estas alturas de mi vida ya ni recuerdo. Lo que sí te puedo decir es que, pronto fracasé en la mayoría de los intentos.
Hay también otros aspectos de nuestra vida que parece nos hostigarán el resto de nuestros días en esta tierra. Ya perdimos la cuenta del tiempo en que hemos estado conduciéndonos “en automático”. En ocasiones tratamos de evadirnos a través de maratones de series o películas; vacaciones, cambio de ciudad o empleo, cambio de pareja, o endeudándonos con las tarjetas de crédito para comprar lo que consideramos, nos hará sentir mejor. Para algunos, la forma “de huir” es a través de alguna adicción. No importa qué sea, al final del camino, la realidad vuelve a imponerse y, en cada ocasión nos pone peor cara.
Por favor presta atención a la verdad divina. Dios te creó a su imagen y semejanza, y él no comete errores. Las malas decisiones, -pecados-, han borrado esa realidad de nuestras vidas, pero lo cierto es que Dios te ama profundamente. Él quiere que experimentes su perdón, gracia, bondad, misericordia, restauración, liberación, y salvación, entre otras muchas buenas cosas que tiene preparado para ti.
Mira lo que nos dice en Isaías 43:18 y 19: “No te acuerdes de las cosas pasadas, ni traigas a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conocerás? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”.
¿Cómo dejará de perseguirme el pasado? ¿Cómo hará algo nuevo en mí? ¿Cómo dejará de ser mi vida un desierto? ¿Cómo saciará mi interior, si nada de lo que he tratado en este mundo ha funcionado? La respuesta es simple: A través de Jesucristo.
Ésta es la garantía que Dios te ofrece ahora mismo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, (2ª. Corintios 5:17).
Dile en este momento: “Jesús. Gracias por pagar la deuda de mis pecados en la cruz. Te entrego mi vida. Te recibo en mi corazón creyendo en que tú harás algo nuevo y divino en mí. ¡Amén!”.