Política

Cuando la vida te da limones

  • En Corto
  • Cuando la vida te da limones
  • Alejandro Maldonado

Norman Vincent Peale publicó en 1952 su famoso libro titulado “El poder del pensamiento tenaz”. Estuvo en la lista de bestsellers del periódico The New York Times durante 186 semanas consecutivas. Gran parte de lo que enseñaba era extremadamente bueno y útil. Una de las frases que se hizo popular en todo el mundo, extraída del libro dice: “Cuando la vida te de limones, haz limonada”.

La idea es qué, si afrontas con buen ánimo la adversidad, puedes tomar ventaja de lo malo que te está ocurriendo, para que de la experiencia surja algo positivo. Sin duda la recomendación es válida, pero lo cierto es que en la práctica no es tan sencillo de llevarla a cabo.

Jesucristo ofrece algo mejor: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”, (Mateo 11:28-30).

Hay circunstancias y sucesos que traspasan el alma. Por si fuera poco, la oscuridad parece apoderarse de nuestro interior y no tenemos la menor idea de cómo salir adelante. Los amigos abandonan; los más cercanos y de confianza, traicionan; la salud se acaba; el ser amado fallece. En medio del dolor no entendemos cómo es que, a nuestro alrededor los demás siguen sonriendo y el mundo continúa con su curso.

Abatido y sin esperanza, no tienes la energía ni el ánimo para “hacer limonada”. “Ven a mí”, te dice Jesús. Aquél que triunfó sobre la tentación, el pecado, Satanás y la muerte, quiere rescatarte. Aquél que conoce el dolor físico, el abandono y la traición en carne propia, desea sanar tu alma.

Yo no conozco tu situación, pero Dios sí. Aún más, su palabra asegura que él conoce a la perfección todo lo que hay en el interior de cada corazón humano. Él puede hacer totalmente la diferencia en tu vida, “porque nada hay imposible para Dios”, (Lucas 1:37).

La sabiduría del hombre tiene limitaciones; la de Dios es infinita y eterna. Puedes decirle ahora mismo: “Señor Jesús te necesito ¡Sálvame, Dios mío! Creo que en la cruz tu pagaste por todos mis pecados. Creo que tu vives y tienes el poder para rescatarme y transformarme. Ven a mi corazón. Te recibo como mí Salvador y Señor. Me entrego a ti. Amén”.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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