¿Qué debería decir Jerome Powell sobre la economía estadunidense en su intervención en el simposio de política económica de Jackson Hole? Con datos volátiles que muestran un débil crecimiento del empleo y un aumento en la presión inflacionaria, el presidente de la Reserva Federal (Fed) tiene que dar señales de que el banco central aborda de forma convincente esta compleja tensión estanflacionaria ante las constantes críticas del presidente de Estados Unidos (EU).
Hay tres maneras de analizar la economía estadunidense a poco más de medio año del segundo mandato de Donald Trump. Los mercados financieros adoptan una perspectiva tradicional centrada en la demanda, utilizando las importantes revisiones a la baja de las cifras de crecimiento del empleo de mayo y junio, junto con un menor gasto privado en el primer semestre del año, para alimentar su creencia de que la Fed recortará las tasas de interés en septiembre.
A los mercados de valores les gusta la perspectiva de unos costos de endeudamiento más bajos para impulsar la rentabilidad.
Aunque Trump ya exigió tasas de interés mucho más bajas, su administración adopta una postura ligeramente diferente sobre la economía, ya que no puede aceptar la idea de que su política económica caprichosa podría haber afectado la demanda.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, dice que la Fed debería considerar una reducción de medio punto porcentual en las tasas de interés en septiembre, porque “estamos volviendo a la economía que teníamos en (la década) de 1990”, con la desregulación y los recortes de impuestos impulsando el crecimiento de la producción y la productividad sin inflación.
La tercera visión, más generalizada, es que la desaceleración, junto con la creciente presión inflacionaria, se explica mejor como resultado de una política económica deficiente. Si bien no se debe exagerar el efecto de los aranceles en un país donde las importaciones de bienes solo representan alrededor de 10 por ciento del PIB, aún distorsionan las opciones de los consumidores y elevan los costos de producción en EU.
La restricción a la migración podría tener poco impacto en el nivel de vida, pero reduce el nivel de crecimiento del empleo consistente con una inflación sostenible. Y el aumento de los aranceles corre el riesgo de otro episodio inflacionario, con las empresas aumentando los precios y los consumidores exigiendo salarios más altos.
Es importante reconocer que estas tres perspectivas no son mutuamente excluyentes. Las políticas migratorias de Trump, por ejemplo, probablemente perjudicarán el lado de la oferta, ya que habrá menos trabajadores, pero también podrían hacer que algunas personas tengan demasiado miedo de salir a gastar como antes, lo que será un golpe para la demanda.
Si bien la administración Trump impulsa la desregulación de la oferta, los aranceles representan muchas cargas adicionales para las empresas.
La respuesta a la pregunta sobre qué visión de la economía es la correcta y qué debería hacer la Fed, por lo tanto, debe basarse en la evidencia económica, que inevitablemente no es concluyente, pero que, en general, indica que el banco central mantendrá una postura cautelosa sin necesidad de apresurarse a sacar conclusiones sobre las tasas de interés.
Hay muy pocas señales del nirvana del lado de la oferta que prometió la administración. La producción no agrícola por hora trabajada creció 1.3 por ciento en el año hasta el segundo trimestre y solo una tasa anualizada de 0.3 por ciento en el primer semestre de este año.
Si queremos ver una economía como la de la década de 1990, la Fed tendría que confiar plenamente en todo. Esto sería imprudente cuando, hasta el momento, la desaceleración parece más coherente con una oferta débil que con una demanda deficiente.
Aunque el crecimiento del empleo fue débil en el segundo trimestre de este año, el desempleo se mantuvo prácticamente estable, lo que sugiere que, independientemente de la causa de la debilidad económica, las señales clásicas de cautela empresarial o familiar están ausentes. Esto es diferente a cuando la Fed recortó las tasas el año pasado al aumentar la tasa de desempleo.
Al mismo tiempo, no hay muchas dudas de que la presión inflacionaria subyacente se está fortaleciendo, lo que aumenta el riesgo de que los incrementos puntuales de precios derivados de los aranceles provoquen una inflación prolongada. Las encuestas corporativas muestran que una gran mayoría de empresas informan sobre el aumento de los precios de los insumos y productos.
Los precios subyacentes al productor subieron en julio a su ritmo mensual más rápido desde 2022. La inflación subyacente de bienes y servicios va en aumento y los exportadores a EU no están bajando los precios para compensar los aranceles.
Cuando el Comité Federal de Mercado Abierto considera que su política monetaria actual es “moderadamente restrictiva”, su mejor enfoque es adoptar una perspectiva sobre las tasas de interés que tenga menos probabilidades de generar un resultado negativo.
Si los mercados tienen razón, pero la evidencia de debilidad de la demanda no es del todo evidente, una actitud de esperar y ver por parte de la Fed no sería ideal, pero es poco probable que provoque una recesión profunda, dado que la política solo es moderadamente restrictiva. El dato clave sería el aumento del desempleo. Esto sería suficiente para que la Fed recortara las tasas.
Si la administración Trump tiene razón y el crecimiento no inflacionario está a punto de dispararse, existen pocos riesgos en mantener la política monetaria ligeramente restrictiva por ahora y esperar para recortar las tasas.
Después de todo, si el crecimiento de la productividad se ha transformado, la “tasa de interés neutral”, en el que la política no es demasiado restrictiva ni demasiado laxa, aumentaría junto con el próximo aumento de la inversión del sector privado. Eso haría que el nivel actual de tasas de interés fuera menos restrictivo sin hacer nada.
Pero si la verdadera historia de la economía de Trump es la de una oferta más débil y una amenaza inflacionaria, tomar medidas pronto para recortar las tasas sería perjudicial. Permitir que la inflación se dispare dos veces en una década pondría en grave peligro la reputación de la Fed.
Ese es el riesgo de relajar la política monetaria de nuevo antes de que comprendamos los efectos de las políticas económicas de Trump. Es muy probable que Powell o su sucesor corran el riesgo y lo lamenten.
JLR