Cultura

Gustavo Sainz: cuando alguien deja huella

Doble filo

A diez años de su muerte, el autor de ‘Gazapo’ y ‘Obsesivos días circulares’ fue homenajeado por un puñado de sus alumnos, quienes hace medio siglo recibieron de él amor por la literatura, el cine y la vida.

I

Que un grupo de la tercera edad se decida a salir de sus respectivas casas chilangas e ir de excursión por los populosos rumbos de Tacuba, para recordar a un maestro de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en los años setenta, tiene mucho de milagroso.

Cuando algo así sucede, es necesario que el personaje central sea no solo un buen profesor sino algo más, un maestro de maestros, y eso es lo que fue Gustavo Sainz.

La cita es en un sitio muy especial: el patio central de la Casa de Marie José y Octavio Paz, donde se resguarda la biblioteca, documentos y algunas pertenencias del Premio Nobel de Literatura y de su esposa.

II

Desafortunadamente, uno de los alumnos más destacados de Gustavo Sainz ya no está en este mundo y, por supuesto, brilló por su ausencia en el homenaje. Se trata de Ignacio Trejo Fuentes, quien al morir Sainz escribió en Laberinto una espléndida semblanza del autor de La princesa del Palacio de Hierro.

Ese perfil termina con una anécdota que dice mucho: Sainz invita a Trejo Fuentes a desayunar en su departamento y la sorpresa consiste en que había otro invitado: nada menos que Julio Cortázar. Así se las gastaba el profe.

A finales de los setenta, Ignacio Trejo Fuentes trabajó en la mesa de redacción del suplemento La Semana de Bellas Artes, donde Sainz era el director. Arturo Trejo Villafuerte y Sergio Monsalvo también participaron ahí como coordinadores editoriales; el primero ya falleció y el segundo vive en "las Europas".

III

La reunión del sábado pasado se llamó "Sainz Fiction: antiguos alumnos y amigos evocan a Gustavo Sainz". En el presidio estuvieron Leticia Luna, la anfitriona y directora de la Casa Marie José y Octavio Paz; Rafael Vargas, Hortensia Moreno, Emiliano Pérez Cruz, Javier Córdova, Arnulfo Domínguez Cordero y Armando Buendía.

Gustavo Sainz casi se hizo presente con las palabras de los ponentes y, sobre todo, con su propia voz en fragmentos grabados de entrevistas que recopiló Guadalupe Cortés, quien sugirió escuchar al escritor con los ojos cerrados. Puentes musicales de buen rock encendieron aún más el fuego de los nostálgicos alumnos y del público en general.

IV

Como moderador del conversatorio, Rafael Vargas dijo que para muchos de los presentes fue un privilegio ser alumnos de Gustavo Sainz, un profesor especialmente generoso, capaz de llevar al salón de clases a invitados tan especiales como Jorge Ibargüengoitia y José Agustín, entre muchos otros.

La doctora en ciencias sociales Hortensia Moreno, quien hace medio siglo fue asistente del escritor homenajeado, afirmó que los maestros más importantes en su vida fueron dos: quien le enseñó a leer en la primaria y Gustavo Sainz, quien la introdujo en la literatura.

Hortensia recordó a Sainz como un joven muy divertido de "treinta y tantos años" que usaba pantalones de mezclilla baratos, marca Topeka. También le vinieron a la mente las sesiones de cine que Sainz organizaba en el Salón Rojo de la antigua Cineteca Nacional.

Arnulfo Domínguez recordó dos películas que se proyectaron en el Salón Rojo para los alumnos de Sainz: Anna Karenina (Clarence Brown, 1935), con Greta Garbo en el papel principal, y Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1941), con Vivien Leigh y Clark Gable.

V

Entre las cosas que el viento se llevó desde que Sainz fue coordinador y profesor en la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva de la UNAM, están las abundantes y largas cabelleras de sus alumnos, al igual que muchos de los sucesos de aquella época, que ahora cada quien recuerda a su manera.

Como un espectador más, en el patio de la Casa de Marie José y Octavio Paz, casi veo a Gustavo Sainz y también a mis compañeros de clase, pero sobre todo a las compañeras que se sentaban en "la bardita" de piedra volcánica que estaba en la entrada de nuestra HHH Facultad.

A mi lado está José Buil, quien se convirtió en director de cine y que con Maryse Sistach creó una joya documental titulada La línea paterna (1995), a partir de imágenes fílmicas tomadas en Papantla por su abuelo, el doctor José Buil Belenguer. Pepe y Maryse tienen una abundante filmografía, pero esa es otra historia.

Consolación Salas y Marcela Ramírez, también alumnas de Gustavo, son parte del público y escuchan a Emiliano Pérez Cruz cuando el cronista de Neza le echa la culpa a Sainz de inducirlo al mal, es decir, a la literatura. El colega Armando Iruegas ríe a todo pulmón y es entonces que extrañamos a Roberto Diego Ortega porque desafortunadamente él ya nos dejó hablando solos. Víctor Navarro hace su arribo en el cierre de la novena entrada y, quienes de plano nos plantan son los entrañables compañeros de aquellas bancas: Guadalupe Hoyos, Rocío Del Vecchio, Óscar Cantón, Verónica Valdez, Alejandro Sanciprián y Juan Manuel Asai, quienes al parecer no consiguieron visa para viajar "a Tacuba".

De Juan Manuel Asai es el recordado poema "Amigos", que en su posdata dice:

Mis amigos y yo somos ceniza
a los veinte años. La ociosa esperanza
de este país de mentiras y milagros y mentiras.
Mis amigos y yo somos una generación
extinta, casi.

VI

El pintor Javier Córdova se refiere al oculto artista plástico que fue Gustavo Sainz y sus relaciones amistosas con personajes como Arnaldo Cohen, Manuel Felguérez y Sebastián, entre otros.

Armando Buendía fue diseñador de La semana de Bellas Artes y habla muy poco en el estrado porque lo-suyo-lo-suyo es la imagen. De su pincel proviene la exposición pictórica "La amistad es la sombra que nos cobija: retratos de antiguos alumnos y amigos de Gustavo Sainz", óleos de pequeño formato que se exhiben en la planta alta de la Casa de Marie José y Octavio Paz. Curaduría de Javier Córdova.

Buendía corta el listón inaugural y el público entra al túnel del tiempo donde Gustavo Sainz (1940-2015) ofrece una última clase a los 85 años de edad que hubiera cumplido el 13 de julio pasado. ¡Maestrazo!

AQ

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Fernando Figueroa
  • Fernando Figueroa
  • Estudió periodismo en la UNAM y es autor de El mejor oficio del mundo. 60 entrevistas, libro de charlas con personajes de la cultura, espectáculos y deportes, realizadas durante cuatro décadas.
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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.notivox.com.mx/cultura/laberinto
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