Sociedad

Mpox en tiempos de exhibición y negacionismo

Para los puristas del sadomasoquismo en cuero y el sexo callejero, el Dore Alley Street Fair es más auténtico que su hermano mayor: Folsom. A diferencia de este último, dicen, Dore es menos turístico y más hardcore. Homosexualmente hablando. Lo que facilita que la depravación sea menos contenida o, en el caso opuesto, sobreactuada. Creen que Folsom se ha convertido en una pasarela donde la audacia del exhibicionismo ha sido delegada.

El domingo pasado se llevó a cabo la edición del Dore 2025. Se trata de una celebración surgida desde el colectivo leather para reivindicar su disidencia frente a una sociedad que gusta de castigar a todo aquel que no se ajuste a su sistema de hipocresías: el gusto por el cuero o el orgullo semidesnudo, la dominación, el sexo callejero como reconquista del espacio público del que los homosexuales fuimos excluidos por mucho tiempo sin pretender decencia. Fijaciones que no solo dan personalidad a las calles de Dore y Folsom, sino a todo San Francisco. Para muchos, la auténtica ciudad del pecado de los Estados Unidos. Porque en Las Vegas el pecado es heterosexual y cristiano. Aquí es sodomita, exhibicionista, hippie y ateo.

Un primo méxico-americano afincado en Texas descubrió, por mis fotografías en redes sociales, que empezaba un nuevo capítulo y no tardó en advertirme: primo, ten mucho cuidado, San Francisco es una ciudad peligrosa, para empezar, está llena de homosexuales. Risas grabadas.

Dore es un callejón que atraviesa la calle de Folsom en el barrio del South Market, el corazón del distrito leather. En la esquina de Dore y Folsom se ubica el bar que encapsula todos los peligros de los que me advertía mi primo texano en forma de sudor extremo, torsos masculinos chocando unos con otros y sexo oral en las esquinas: el Powerhouse. Todas las entradas al Dore son flanqueadas por escenarios en los que los DJ estallan las bocinas con mezclas de house pervertido. Fuimos con una amiga de Torreón a la que le advertimos de la intensidad del evento. Lo primero que nos preguntó fue: ¿Y nos les duele?

Daniel y Drew, una pareja y grandes amigos que organizan cocteles la noche previa al Dore Alley Street Fair, nos contaron que en una ocasión, previo a la pandemia, un hombre subió al techo del Powerhouse donde invocó al demonio del onanismo, apuntando a los asistentes debajo suyo hasta desatar un chubasco que salpicó a más de uno. Incluyendo a mis amigos. Algunos creen que aquello no fue un hecho natural. Que tuvo que haber ingerido alguna pastilla o hierba afrodisiaca. Ningún mamífero puede producir tal cantidad de espermatozoides.

Durante los años ochenta y parte de los noventa, el South Market albergaba saunas y clubes de sexo gay por docenas que sobrevivieron a la pandemia del VIH que cobró la vida de cientos de miles de homosexuales. Algunos de estos centros tuvieron que cerrar, puesto que por esos años había más funerales que fiestas.

La frontalidad con la que San Francisco ha entendido la homosexualidad ha propiciado que los servicios de salud pública se adecúen a las prácticas gays y no a la inversa. Pretendiendo imponer autocensura, vergüenza o culpa en medio de las prescripciones médicas.

El domingo pasado, mientras saludaba a un amigo que se daba a otro cabrón junto a un muro, recibí un mensaje: otro caso de fallecimiento por Mpox en México. Esta vez en Jalisco. A unos pasos de mi amigo había una serie de pequeñas que ofrecían servicios de salud, tratamientos como PReP o Doxy-Pep para aquellos que no cuentan con seguro médico, orientación y aplicaciones gratuitas de vacunas de Mpox. Estas últimas eran las menos populares, puesto que a estas alturas es extraño que alguien que no participe del círculo del infierno de Dore Alley no esté vacunado.

Por supuesto que la logística en la implementación de la vacuna contra el Mpox goza de las ventajas primermundistas de San Francisco desde que el brote resurgió años atrás. Como en los primeros años de la aparición del VIH/sida se vuelve a echar mano de exigencia e ingenierías hiperrealistas para encarar el problema y desde ahí exigir una solución médica. Es lo que ha llevado a países como Colombia y Perú a implementar la vacuna de Mpox en poblaciones clave, que, de acuerdo a la data científica, afecta en su gran mayoría a homosexuales, hombres que tienen sexo con hombres y otras identidades periféricas a esto.

Mientras tanto en México, la vacuna contra al Mpox sigue en atraso. No importando las víctimas ni las muertes que pasan desapercibidas. La burocracia y su negacionismo de izquierda al proponer la vacuna de Mpox sea de acceso universal, invisibilizando a las poblaciones clave que deberían ser prioridad obstaculiza la salud de homosexuales, regresándonos a los tiempos rancios del VIH. Como cuando la izquierda consideraba la homosexualidad una debilidad burguesa que no contribuía a la procreación de la mano de obra. Aún peor son las luchas por el acceso a la vacuna de Mpox envueltas en rumores de activismos encontrados.

Conforme la tarde caía, la testosterona explotó como cartuchos de dinamita. Pequeñas orgías se improvisaban a mitad de la calle. San Francisco en estado crudo. Como cuando el South of Market estaba atiborrado de saunas, sex clubs y bares con cuartos oscuros. Parece que sobrevivió a la pandemia del VIH, no así de la pandemia de la gentrificación.

Un amigo me mandó capturas de gays que empatizan con la actual administración. Consideraban las cifras de Mpox en México una mentira y la demanda por una vacuna una lucha frívola. Por aquello de que la promiscuidad no debería definir la identidad homosexual. No solo es México. San Francisco también empieza a verse amenazado con el recorte al presupuesto federal impulsado desde el clima de conservadurismo que pretende revocar todos aquellos avances en materia de diversidad sexual, porque atenta con su paranoia puritana y monogámica.

Google news logo
Síguenos en
Wenceslao Bruciaga
  • Wenceslao Bruciaga
  • Periodista. Autor de los libros 'Funerales de hombres raros', 'Un amigo para la orgía del fin del mundo' y recientemente 'Pornografía para piromaníacos'. Desde 2006 publica la columna 'El Nuevo Orden' en Milenio.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.