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¿Cuántos “Andys” hay en Tamaulipas?

La pregunta viene a cuento por la más reciente exhibida de Andy López Beltrán, captado en su más reciente viaje a Japón. No es el único. En este verano, las redes se han llenado de postales de altos dirigentes y políticos de Morena disfrutando en destinos de lujo, mientras en México la violencia y la precariedad no se toman vacaciones.

Y sí, los integrantes de partidos como el PAN, PRI, Movimiento Ciudadano, PT, han sido expuestos haciendo gala de ostentación, como Alejandro Moreno, lo mismo que la legisladora de Sonora, Diana Karina Barreras, y su esposo Sergio Gutiérrez Luna. La crítica se hace más evidente porque se aferran a decir que “no son iguales” en Morena y sus “satélites aliados”.

El caso Andy es simbólico: viajes, lujos, discrecionalidad en el gasto y una desconexión brutal con la realidad que vive la mayoría.

En Tamaulipas hay funcionarios que presumen camionetas blindadas mientras los baches se vuelven cráteres; alcaldes que posan en foros internacionales pero sus municipios están sumidos en la inseguridad; presidentes que inauguran obras que se inundan con la primera lluvia; o que enquistan a sus hijos en dependencias estatales o federales, “operadores políticos” que se sienten virreyes y son exportados a otras entidades.

El problema no es solo de colores o siglas: es de mentalidad. El “Andy” tamaulipeco es el que confunde el servicio público con un beneficio personal; el que usa recursos oficiales para su imagen, para su viaje o para su fiesta privada; el que vive como influencer de lujo mientras la gente que dice representar sobrevive en hospitales desabastecidos y escuelas con infraestructura al punto del colapso.

Lo más grave es que, aquí, como en el centro del país, los “Andys” suelen salir impunes. La rendición de cuentas es un trámite que se burla con sonrisas y discursos, y el escrutinio ciudadano se diluye entre memes y el cansancio colectivo.

La pregunta, entonces, no es si tenemos “Andys” en Tamaulipas, sino cuántos y hasta cuándo seguiremos pagando sus privilegios. Porque el costo de estos personajes no está en la foto del viaje ni en el menú del restaurante donde cenan. El costo real se paga en calles inseguras, en medicamentos que no llegan, en aulas sin maestros y en oportunidades que nunca se crean.

Y si al leer esto le vino a la mente un rostro en particular, no es casualidad: cada región tiene sus propios “Andys” y todos cuestan caro.


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Víctor Hugo Martínez
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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