Desde que llegaban mails del príncipe de Namibia pidiendo que le compartiéramos nuestros datos bancarios para poder sacar el dinero de su país, tras lo cual nos recompensaría con millones, no habíamos visto una versión más ridícula y eficaz de la ya tradicional estafa.
Muchas personas han sido estafadas buscando el amor, engañadas por personas que no son reales en las redes y las apps (catfishing), pero el fenómeno del documental de Netflix The Tinder Swindler ha crecido más rápido que la carrera para comprar boletos para ver a Bad Bunny.
Yo sería la última persona en decir que es imposible encontrar el amor en alguna app, pero si ustedes piensan que la mayoría de las mujeres que aparecen en este documental no son tan brillantes por exponer todo lo que les robaron, yo no estaría tan segura. La búsqueda del amor, la idea de encontrar al príncipe azul sigue siendo parte de nuestro adiestramiento cultural.
Al ver el documental vas entendiendo cómo se establecen los enredos y las rupturas de corazón (y de cuentas bancarias) convirtiéndose en una gran historia de cautela. Ellas saben que serían insultadas, que las llamarían inocentes o peor. Las banderas rojas estaban a todo con la historia de un tal Simón Leviev (identidad falsa). Ese es el gran punto de todo esto: solemos ignorar las cosas que queremos cuando deseamos una realidad perfecta.
Tinder en llamas, es el título, pero lo cierto es que la app no tiene que ver con lo que pasó, estos engaños se dan hasta por correo postal.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel