Hemos pasado años preocupándonos por la televisión abierta, por ese legacy media que suele estar en manos de intereses políticos y corporativos. Pero mientras discutimos concesiones y comediantes silenciados, los verdaderos magnates han dejado claro que su ambición es algo mucho más influyente: las redes sociales.
Lo vimos cuando Elon Musk compró X (antes Twitter) y convirtió la “libertad de expresión” en altavoz de discursos radicales, mientras que otras voces quedaban relegadas. Y ahora lo vemos con TikTok: la red social que dicta tendencias culturales, informativas y musicales a los jóvenes de todo el planeta, convertida en objeto de negociación entre gobiernos y corporaciones.
Donald Trump acaba de aprobar la venta de TikTok en Estados Unidos a un consorcio liderado por Oracle. El argumento oficial es la “seguridad nacional”, entendible, dada la relación con China, aunque la pregunta clave es: ¿cuánto tardará en reflejarse en el algoritmo?, ¿qué pasará con los discursos que se promuevan?, ¿quién regulará esa narrativa?
Y aquí un dato central: Oracle, que se quedará con la mayoría de TikTok en EU, pertenece a Larry Ellison. Su hijo, David Ellison, está a punto de quedarse con Paramount a través de Skydance, también con aval gubernamental. Una muestra de cómo los medios globales —redes y estudios— quedan en cada vez menos manos.
En México, por ahora, seguiremos bajo el algoritmo de ByteDance. Pero en este negocio de la influencia digital, todo tiene efecto dominó. Ojos abiertos, pues.