No hay amanecer en Garibaldi, tampoco en las despedidas”… dijo Bambi con su hermosa voz llena de noche mientras caminábamos por la calle de Academia. La conozco hace unos 10 años probablemente, ¿cómo saberlo? En estos lugares olvidados el tiempo es raro. Llegando me cantó el tiro una mujer, intenté abrir la puerta del baño, no sabía que ella estaba ahí ¿qué, no me ves?, ¿no me viste?, dije: “no”, en esa palabra encontré su furia en ese cuerpo fuerte dispuesto a tumbarme al piso por despertarla. Bambi se puso en medio, sabe que no soy ese tipo de persona. El mundo suena en la lluvia y en la rockola, en el reflejo del instante. No puedo nombrar el lugar que nunca cierra o vendrán a cerrarlo. Pedimos 3 caguamas, Jergo pagó, hace 20 minutos bebíamos champagne en Polanco gracias a la generosidad de Óscar Muñoz que siempre me da una buena mesa y de una extraña sentada a mi lado que pidió a uno de los meseros que me sirviera una copa, el hombre que estaba con ella tenía otra botella de champagne en la mano, bailaba con desconocidos. Después de un rato ella vació media botella de champagne en la champañera con hielos. Suena el piano, desborda el amor en viejas canciones de Sinatra y Roberto Carlos, los bares son eróticos, sin duda lo son, también los pantanos y océanos, de esas aguas indomables sabía mucho José Carlos Becerra que hoy cumple 53 años susurrando oscuras palabras, manejaba en una carretera italiana cuando la muerte se subió a su auto, los poetas son inmortales aunque los pongan en ataúdes, si los incendian son doblemente inmortales. Pienso en tu aparición que me reveló todo lo que desconocía de mí. Nuestro verano nunca podrá morir porque en tus ojos existen barcos que no soltarán las amarras, porque en la noche infinita del nosotros no existe adiós posible. No sé ni cuántas veces nos peleamos mi hermano y yo por tener la primera edición de: El Otoño recorre las islas, nuestros padres nos compraron el libro un domingo por la tarde en la librería Gandhi Oportunidades.
El poemario luce maltrecho, agitado como un buen martini sucio. Una editora independiente me lo robó muchos años. Con las duras dentelladas del destino perdemos puentes, el rumor de las aguas. Desde una noche atroz lejos de mi patria: Garibaldi, me pregunto cómo pueden sostener sus máscaras en este mar urbano, el poeta pudo ver la nostalgia del agua en esta ciudad. Cualquier cosita insignificante insiste en creerse “poeta”, pobrecitas personas académicas sin algo qué decir. Nuestro trasatlántico de luces es el Eje Central, lo será para siempre. El amor es una corona de hierro en la cabeza de Macbeth. El amor: animal desconocido que ruge, caza, devora y tiembla. Una vez dijiste: “somos inconclusos”, íbamos en un taxi, pedimos que se detuviera en Río Guadalquivir 58, “no está el anuncio de renta del año pasado, me gustaría tocar en el departamento 201… son las 7:14 de la mañana, muy temprano para los fantasmas”, temblorosos avanzamos, somos puentes.