Hombres fuertes y todopoderosos: eso se representa a la plenitud con Superman, el estreno del verano. Pero mientras las redes se lanzan a comentar el más reciente filme, el famoso tiktoker Javier Ibarreche decidió que era buen momento para recordar el otro lado del héroe, el que se apega a las vicisitudes de la vida real y se muestra en el documental Super/Man, la historia de Christopher Reeve, disponible en la plataforma Max.
Christopher Reeve llegó a sacudir el panorama cinematográfico en los años 70, cuando hacer películas de comics no era lo común, en parte porque no estaba desarrollada la tecnología de efectos especiales que permitiera recrear a plenitud este tipo de género de fantasía.
Si bien existía el antecedente de DC con su primera película en 1951 "Superman and the Mole Men", protagonizada por George Reeves como Superman y Phyllis Coates como Lois Lane, esta cinta fue considerada de bajo presupuesto. No obstante, sentó las bases para el estreno de Superman en 1978. La cinta dirigida por Richard Donner y protagonizada por Christopher Reeve, quien en ese momento era un desconocido, literalmente logró volar la taquilla. Fue reconocida con tres nominaciones al Óscar y se llevó un galardón especial por Mejores efectos visuales.
Pero la invencibilidad de Superman dio un giro en 1995 cuando un accidente de equitación estuvo a punto de costarle la vida a Reeve y lo dejó paralizado del cuello para abajo hasta su muerte en 2004.
En esos años vaya que sí se convirtió en un superhéroe de la vida real. Su activismo y la financiación lograda gracias a la fundación que lleva su nombre hicieron posible, entre otras cosas, un tratamiento innovador destinado a parapléjicos. No solo promovió el avance en la investigación frente a la resignación científica a que los daños en la medula espinal no pueden regenerarse: también visibilizó la discapacidad en una época donde no era tendencia hablar de inclusión. La convirtió en algo que se veía en las pantallas, que podía sucederle a todos, incuso a Superman.
Ahora, el personaje surgido en 1938 de la imaginación de Jerry Siegel y Joe Shuster vuelve a las pantallas en una adaptación que –no, no habrá spoilers– busca darle relevancia en una época en la que el troleo en redes sociales puede ser tan letal como la kriptonita, y en la que el otrora imponente metahumano intenta mostrar su poder, paradójicamente, a partir de reconocer su capacidad de equivocarse.
Y parecería ser que esta nueva versión de James Gunn se alimenta del legado de Reeve, un recordatorio de que los hombres poderosos no son solo los de acero y de que el poder también está en una silla de ruedas, en muletas o camas de hospital, si es que como sociedad entendemos que la diversidad es más amplia que solo lo que los comercios nos venden en junio.