Arranca el año con un llamado imposible de ignorar: que la vergüenza cambie de bando. Es la frase que nos dejó el 2024 a través de la impactante historia de Gisèle Pelicot.
Hoy, no el feminismo, sino las mujeres, sin importar si se consideran feministas o no, cada una que ha sufrido violencia sexual directamente o que ha sufrido junto a una amiga, hermana, hija, que la han vivido, tienen un referente.
Su rostro, como bien menciona The New York Times, ha aparecido en carteles de protestas en toda Francia y ha sido pegado en las fachadas de los edificios. Apareció en la portada digital de Vogue Alemania y se utilizó en una portada falsa del número de Time dedicado a la persona del año. Se ha “convertido en el símbolo de su horrible experiencia, por supuesto, pero también de la de toda mujer que se vio indefensa, engañada y maltratada”.
No obstante, no es una victoria final, sino el inicio de un largo camino lo que nos deja Gisèle. A la luz de su horrenda experiencia, salieron más historias de vida de otras mujeres que juntaron las fuerzas para alzar la voz.
Una de ellas fue Aline, una madre de 47 años, quien aceptó contar su historia a France 24. En su caso la violencia se ejerció por parte de su expareja en una playa donde ella se percató al despertar de un sopor, que un extraño estaba abusando sexualmente de ella. Aline fue quien, tras investigar, descubrió que la había vendido en un sitio web de sexo. Hay más. También está Justine, quien tras seguir el juicio contó a DW que una conocida la drogó a finales de 2021, la violó junto con un hombre y filmó todo. Después, la agresora le exigió 20 mil euros para borrar los videos. Asimismo, como Aline y Justine está “Anna” quien por cuestiones legales no dio su nombre real, pero narró cómo su padre, cuando ella era niña, la drogaba y violaba junto con amigos de él.
Pero no solo es la desgracia de la recurrencia, sino que una vez visibilizada se dé un cambio de conciencia social. Ejemplo de ello es Louis Bonnet, alcalde de Mazan, el pueblo natal de los Pelicot. Aunque condenó rotundamente las violaciones, afirmó claramente y en dos ocasiones que le parecía que se había exagerado la experiencia de Gisèle Pelicot y argumentó que, como había estado inconsciente, había sufrido menos que otras víctimas de violación. "Sí, lo estoy minimizando, porque creo que podría haber sido mucho peor", dijo en aquel momento.
Asimismo, lejos de promover el cambio, muchos hombres se lanzaron a promover un #NotAllMen. "El hashtag ha sido creado por hombres y utilizado por hombres. Es una forma de silenciar el sufrimiento de las mujeres", escribió la periodista Manon Mariani. Asimismo si bien no son todos los hombres, una lección que nos deja es que cualquier hombre sí puede ser el agresor.
Y sí, no es el fin del camino. Hay un largo trecho porque no quede en foco mediático en el 2024 nada más. Que cada mujer que ha sufrido o sufra violencia sepa que la vergüenza no es en ella, que sean ellos quienes carguen con el estigma que no se matice ni justifique la violencia sexual. Esa estafeta recibimos en el 2025. Y no queda más que decir ¡Nunca más! ¡Gracias, Gisèle!