Entonces David Lynch vio que la mujer podía ser fatal… y surgió su magia (negra).
Ese parece ser el legado del aclamado cineasta. Icónico, entendido por pocos, pero estudiado por muchos, ésta una definición para el director de cine y guionista estadunidense David Keith Lynch, quien además compuso música para muchas de sus películas, colaboró con otros, dirigió videos musicales, nacido en Montana en 1946 y fallecido en California el pasado 15 de enero.
Como era de esperarse se volvió una obligación para los “pundits” en el metaverso comentar de su muerte o de sus creaciones. Tarea compleja, tanto como las películas de Lynch, de las cuales encontramos rebuscadas reflexiones que jamás sabremos si fueron acertadas pues el cineasta jamás habló más allá de sus filmes que lo que plasmó en pantalla.
No obstantes en la mar de intrincadas explicaciones a Lost Highway o Blue Velvet, poco se habla de “las chicas Lynch”, como Alberto Rey, colaborador de El Mundo y de Vanity Fair, las ha nombrado parafraseando a las “chicas Almodóvar”. Así recuerda a Naomi Watts como sobreviviente a la pesadilla narrativa de Mulholland Drive y a Patricia Arquette como mujer fatal (o varias) en Lost Highway. “Todas muy distintas, pero en el fondo muy parecidas: las chicas Lynch terminan siendo una cara más de una única mujer Lynch. Como Bigas Luna, Almodóvar o Buñuel, el americano tiene una relación muy particular con lo femenino” (Vanity Fair 2017).
Y eso, el que todas sus mujeres terminaran como una sola misma, pero diversificada en sus producciones, fue uno de los puntos más polémicos y que la causó a últimas fechas, en especial tras el estreno de la serie Twin Peaks, algunas acusaciones de misógino.
Ciertos expertos –cualquier cosa que eso signifique pero que permita pontificar de artes y moralidad– llegaron a cuestionar el tratamiento de personajes femeninos en las películas de Lynch, como la víctima de violencia Dorothy (Isabella Rossellini, recientemente nominada al Oscar por Conclave y quien fuera pareja de Lynch) en Blue Velvet y la deambulante, asustada y confundida Rita (la actriz mexicana Laura Elena Harring) en Mulholland Drive.
Estos analistas olvidan que en creaciones artísticas no hablamos del mundo real sino de uno sensible. Que la moralidad se separa de la creatividad. Que donde existe el machismo y la misoginia es en el mundo real. Y en el arte sólo se expresan representaciones de éste, pero sublimadas, que nos permiten conectar la sensibilidad y entenderla e interpretarla a través de lo conocido.
En cambio Lynch si que lo entendió. En múltiples ocasiones señaló esa división entre su obra y su vida como un hombre feliz, sin desasosiego. Una obra tétrica no es reflejo de oscuras pasiones. Ni una obra rosa pintará nuestra realidad de tiempos mejores. Por lo pronto Lynch se va, dejando solo una deuda: la explicación real de sus guiones.