Ir por más clientes antes de quedar mejor con los actuales. Un buen ejemplo de cómo priorizar la expansión de clientes antes de concentrarse en mejorar la experiencia de los cautivos o expertos en nuestra industria lo vimos esta semana con OpenAI y su presentación de GPT-5.
La reacción fue predecible: entusiasmo tibio entre usuarios nuevos y cierta decepción entre quienes llevan tiempo usando sus modelos más avanzados. No hubo fuegos artificiales ni funciones que parecieran sacadas de una película futurista… pero sí lees entre líneas, la jugada merece un análisis.
GPT-5 no está pensado para la élite tecnológica, sino para el público general que, hasta hoy, ni siquiera había probado un modelo de razonamiento. La novedad es que OpenAI decidió ponerlo al alcance de todos… gratis.
Cualquiera, con solo una cuenta de correo, puede acceder a un modelo que supera en capacidad y precisión a cualquier versión previa disponible de forma masiva. En términos prácticos, cientos de millones de personas tendrán en sus manos una IA mucho más confiable, con una reducción drástica de “alucinaciones”, esos momentos en que la IA inventa datos o genera información sin sentido, justo en un momento donde la prioridad es ganarse la confianza del público que aún no se ha involucrado en este mundo.
Es una estrategia similar a la de un emprendedor que libera una versión funcional de su producto para que todo el mercado lo pruebe. El objetivo no es vender la versión premium de inmediato, sino democratizar el acceso, multiplicar la base de usuarios y sembrar el hábito de uso. La versión exclusiva llegará después.
Para usuarios avanzados, las mejoras se sienten moderadas: un poco más rápido en código, respuestas algo más elaboradas, integración directa sin elegir modelo… pero nada que revolucione la forma de trabajar. En cambio, para quienes nunca habían usado un modelo de razonamiento, la diferencia será enorme frente a otras IA del mercado.
La jugada viene acompañada de otras mejoras: acceso a voz avanzada durante horas al día, integración con GPTs personalizados y precios de API más competitivos que rivales como Gemini o Claude. Todo apunta a dos frentes claros: el gran público y los programadores que hoy migran a otras plataformas.
¿Revolución inmediata? No. ¿Impacto masivo a largo plazo? Sin duda. OpenAI está ampliando la puerta de entrada a la IA, apostando a que cuando llegue la versión realmente premium, millones de usuarios ya estarán adentro, fidelizados y dispuestos a pagar por más, porque recibieron valor desde el primer día.
¿Es una apuesta de alto riesgo? Sí. Dependerá de si logran absorber la demanda sin sacrificar calidad. Si algo sale mal (como la caída de los servicios cuando todo mundo quería hacer sus imágenes estilo Studio Ghibli), la competencia capitalizará cualquier tropiezo: lo barato saldrá caro y los usuarios decepcionados buscarán otra opción. En el mundo empresarial, cuando una jugada como la apuesta de OpenAI está bien calculada y bajo control, se le llama inversión a largo plazo en adopción. Y es una lección para cualquier emprendedor: antes de querer cobrar más, a veces hay que llegar más lejos.