
París. De todos es sabido que Francia implementa medidas excepcionales para atenuar la propagación del coronavirus en su territorio de manera gradual y a diferentes escalas del área. Aquí me quiero referir a dos estrategias que existían con anterioridad y favorecen de manera importante el plan actual excepcional: el sistema de “teleconsultas” médicas y la logística para el “teletrabajo” en las empresas (tele, que en griego significa “distancia”).
Una vez que la epidemia era inminente, el teléfono de emergencia para atender a las personas con síntomas similares a los del coronavirus se reveló muy pronto insuficiente. También se observó el riesgo de que las personas contagiadas pudieran asistir a los consultorios y propagaran la infección. La teleconsulta surgió a fines de 2018, pero es hasta marzo de 2019 que se convierte en una modalidad accesible a un público más vasto, porque permite obtener una consulta y una prescripción médica a través de una video-llamada que está adaptada a un programa de cómputo. Antes de la crisis, esta modalidad exigía que el paciente y el “médico tratante” hubieran tenido una consulta en persona, al menos en el último año anterior. En la emergencia actual, este requisito no es obligatorio.
El teletrabajo tiene como objeto no detener por completo la vida económica en este periodo de crisis. Unos días antes de que el presidente Emmanuel Macron anunciara el cierre de escuelas ya se conocía la planificación de trabajo a distancia de algunas empresas. La logística se establecía en dos direcciones: primero, delimitar labores que pueden realizarse a distancia; segundo, establecer una logística en caso de que cierto porcentaje de su personal resultara infectado y no pudiese trabajar. Paradójicamente, la gran huelga de transportistas de diciembre pasado en Francia, que duró un mes, había obligado a establecer una primera estrategia de teletrabajo en las empresas debido a la gran dificultad para desplazarse. En este contexto de huelga, la empresa pública de transportes tuvo que desarrollar una logística para ofrecer un mínimo de servicio. Recientemente, uno de sus representantes afirmó que esa logística serviría si una reducción de personal fuera inevitable por contagio de Covid-19.
El teletrabajo también es un recurso para el sistema escolar durante esta crisis. En algunos casos se acude a clases con videollamadas grupales entre el profesor y cierta cantidad de alumnos. Sin duda, la opción es paliativa, pero útil en el contexto. Como sabemos, en el sector hospitalario se desarrollaron logísticas, pero este sector, aquí como en otras partes del mundo, ha sido uno de los más afectados en las recientes décadas debido a los ajustes de presupuesto. Macron no tardará en reconocer este error. Por ahora, los testimonios más preocupantes en los medios son los del personal médico que advierte de problemas de abastecimiento de material y equipo. Apenas unos meses antes, ese gremio había realizado huelgas y no pocas manifestaciones en protesta por la situación del sector.
Hoy se sabe que varios doctores recién jubilados han regresado a colaborar en sus hospitales atendiendo los casos de enfermos “normales” y, así, aliviar la carga del personal que está en primera línea contra el coronavirus. Ante la emergencia, las escuelas y guarderías están convocadas a tener guardias para cuidar a los hijos del personal de salud, y en horas recientes el presidente ha confirmado que servicios de taxi y hospedaje en hoteles serán proporcionados por el Estado en caso de que ese personal lo requiera. Las pruebas de detección del virus han sido reservados, hasta ahora, para los casos con síntomas graves y para el personal médico presentando síntomas.
Desde otra perspectiva, el esquema de ayuda económica en el desempleo también es un factor de apoyo en esta emergencia. El cierre de tiendas no esenciales, de bares y restaurantes, reduce o elimina la necesidad de personal para atender estos negocios. Entre las medidas se pone en marcha una modalidad de “desempleo parcial” para cubrir el pago de los salarios de estos trabajadores durante la crisis. Por supuesto, de manera general, se anuncian apoyos fiscales y un plan de relanzamiento económico poscrisis para las empresas. La implementación de estas medidas enfrentan no pocas dificultades, como retrasos e indisciplinas.
Por último, hoy los líderes de Europa no ocultan que esta crisis está dejando lecciones decisivas para el futuro. Las debilidades sanitarias, económicas y estratégicas no son menospreciadas desde estos momentos y es la evidencia, no la ideología, la que conduce estas reflexiones. El pasado 12 de marzo, en el primer mensaje relativo a esta crisis, Macron expresó: “Mañana tendremos que sacar las lecciones del momento que atravesamos: interrogar el modelo de desarrollo en el cual se ha conducido nuestro mundo a lo largo de décadas y que revela sus fallas en el gran día. Interrogar el modelo de desarrollo, las debilidades de nuestra democracia. Lo que revela desde ahora esta pandemia es que la salud gratuita, sin importar la ganancia, trayectoria personal o profesión, nuestro estado benefactor, no son costos o cargas, sino bienes preciosos. Ventajas indispensables cuando el destino golpea. Lo que revela esta pandemia es que hay bienes y servicios que deben situarse fuera de las leyes del mercado. Delegar nuestra alimentación, nuestra protección, nuestra capacidad a curar, nuestro modo de vida, a otros, es una locura”.
En un tono diferente, se publicó al día siguiente la declaración del ministro alemán de Economía, Peter Altmaier: “En mi estrategia industrial presentada en 2019 evoqué, como último recurso, una participación temporal del Estado, al capital de empresas de sectores altamente estratégicos a fin de impedir su remate... En una crisis como la del coronavirus, cuestiones similares se imponen en términos de soberanía tecnológica y económica.”
Es evidente que esta crisis sanitaria traerá lecciones y procesos ya impostergables.
* Maestra en geografía cultural por la Universidad Sorbonne, Francia.