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El fin de la hegemonía del dólar: del mito a la razón

¿Comienza a fracturarse el orden financiero global dominado por el dólar? Esa fue la pregunta que sobrevoló el encuentro de los principales banqueros centrales del mundo en el Foro del BCE en Sintra, Portugal, entre el 30 de junio y el 2 de julio. Con la inflación, al menos por ahora, bajo control en la mayoría de las economías desarrolladas, la atención se desplazó hacia cuestiones complejas: un escenario geopolítico cargado de tensiones, el conflicto persistente en Ucrania, la rivalidad entre Estados Unidos y China y la inestabilidad en Medio Oriente. A estos factores se suman señales cada vez más visibles de un giro proteccionista en las principales potencias, revelando una posible ruptura con las reglas que han sostenido el comercio y las finanzas internacionales durante décadas.

En este entorno comienza a construirse un mito: el fin de la hegemonía del dólar. Los argumentos se apoyan en una presión fiscal persistente en Estados Unidos y en una deuda soberana que ha alcanzado niveles relevantes, lo que ha erosionado la confianza en las instituciones que desde mediados del siglo XX han sostenido el orden financiero global. A esto se suma una creciente volatilidad en los mercados y un giro estratégico por parte de varios bancos centrales hacia activos alternativos como el oro, el euro y hasta el franco suizo. El escenario sugiere la cercanía de un punto de inflexión.

Ese posible punto de inflexión, sin embargo, no sería el primero. A lo largo del último siglo, el papel del dólar ha enfrentado momentos de ruptura y redefinición. La historia se remonta a los acuerdos de Bretton Woods en 1944 que establecieron un sistema de tipos de cambio fijos con el dólar como moneda de referencia y su convertibilidad en oro como ancla que da confianza. El objetivo era evitar el caos financiero de entreguerras y sentar las bases de una estabilidad duradera.

Sin embargo, hacia finales de los años sesenta, los crecientes déficits fiscales y comerciales de Estados Unidos, combinados con un aumento de los dólares circulando en el exterior, hicieron insostenible la paridad. En 1971 el presidente Richard Nixon suspendió la convertibilidad del dólar en oro, un giro conocido como el Nixon Shock, que marcó el fin del sistema de Bretton Woods y dio paso al régimen de tipos de cambio flotantes. El dólar, liberado de su vínculo con el oro, pasó a depender de la confianza en la economía y las instituciones de Estados Unidos.

En las décadas siguientes el dólar enfrentó nuevos desafíos. En 1985, en un intento por corregir el enorme déficit comercial estadunidense y frenar la apreciación de su moneda, Estados Unidos y sus principales socios económicos suscribieron el Plaza Accord. Este acuerdo logró debilitar el dólar frente al yen y al marco alemán, pero sus efectos fueron más allá de lo previsto: la repentina revalorización del yen desató una burbuja de activos en Japón, cuyas consecuencias marcarían la economía nipona durante décadas. El episodio dejó como lección los riesgos de intervenir bruscamente en los equilibrios cambiarios globales.

Más recientemente, la crisis financiera de 2008 y la crisis derivada de la pandemia en 2020 parecieron, en un inicio, poner en jaque el papel del dólar. Sin embargo, en ambos casos, la moneda estadunidense no solo resistió las turbulencias, sino que reforzó su condición de refugio seguro. La demanda global de dólares y de deuda estadunidense se intensificó, consolidando su rol central en los flujos financieros y en las reservas de los bancos centrales.

Si bien la historia sugiere que el dólar ha sabido sortear cada crisis con renovada fuerza, no faltan voces que adviertan que esta vez podría ser distinto. Algunos analistas apuntan a un cambio de lógica en la forma en que se comporta la moneda estadunidense frente a los ciclos económicos. Según la conocida Dollar Smile Theory, formulada por Stephen Jen, ex economista del Fondo Monetario Internacional, el dólar tiende a fortalecerse tanto cuando la economía de Estados Unidos crece como cuando cae. En el primer escenario, las subidas de tasas de interés por parte de la Reserva Federal fortalecen a la moneda; en el segundo, la aversión global al riesgo hace del dólar el refugio por excelencia.

Sin embargo, una visión un tanto informal y reciente, conocida como Dollar Frown Theory, plantea un escenario opuesto. Algunos analistas de mercado la utilizan para describir la debilidad del dólar en escenarios que antes solían fortalecerlo. Bajo esta perspectiva, el dólar se debilita en ambos extremos: tanto durante expansiones económicas fuertes como en tiempos de crisis. El factor determinante sería el creciente temor a la sostenibilidad fiscal de Estados Unidos. Cuando la economía crece, pero los déficits fiscales se amplían y las tasas de interés se mantienen elevadas, surgen dudas sobre la capacidad del gobierno para refinanciar su deuda a largo plazo. En momentos de recesión, por otro lado, el dólar ya no sería el refugio indiscutido, ante el avance de alternativas como el oro, el euro o el yen.

La fragilidad comienza a reflejarse en los mercados. El índice del dólar estadunidense cayó 10.8 por ciento en la primera mitad de 2025, su peor rendimiento desde que Nixon era presidente. En este sentido, las empresas alrededor del mundo enfrentan tanto oportunidades como riesgos. En Estados Unidos un dólar débil es bueno para las exportaciones, lo que se traduce en ganancias y ventas para las empresas estadunidenses en el extranjero. Sin embargo, significa que las importaciones podrían volverse más caras, e incluso avivar la inflación. Asimismo, la volatilidad cambiaria, impulsada por aranceles y tensiones geopolíticas, ha llevado a multinacionales y gestores de activos a extender el uso y la complejidad de coberturas Forex. Para adaptarse, las empresas deben reforzar su gestión de divisas, diversificar contratos y cadenas de suministro, y proteger márgenes ante un entorno inestable.

El Foro del BCE en Sintra cerró el círculo del debate. Mientras crecen las narrativas sobre el posible ocaso del dólar, los principales banqueros centrales del mundo no discutieron su reemplazo, sino su persistente influencia. La llamada dolarización digital, impulsada por el dominio del dólar en el mercado global de stablecoins, encendió alertas sobre el futuro del sistema monetario internacional. Al mismo tiempo, la fortaleza relativa del euro frente a un dólar en retroceso plantea riesgos para la competitividad europea y para el cumplimiento de los objetivos de inflación, lo que demuestra que incluso debilitado, el dólar sigue condicionando decisiones clave en otras economías.


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Pilar Madrazo Lemarroy
  • Pilar Madrazo Lemarroy
  • Académica e investigadora en la Facultad de Economía y Negocios de Universidad Anáhuac México, sus líneas de investigación están relacionadas con la industria Fintech, finanzas conductuales e inversión con impacto.
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