Los opiáceos son considerados como “El Elixir de los Dioses”. Lo son porque alivian el dolor de manera muy efectiva.
En los hospitales son de uso diario; la heroína y sus derivados, como la morfina, los empleamos rutinariamente en las unidades de Urgencias, quirófano y Terapia Intensiva.
Existen otros más potentes como la buprenorfina, y con distintas presentaciones orales, transdermicas o sublinguales.
Recientemente se logró fabricar de manera sintética un derivado conocido como Fentanilo, que es mucho más potente, hasta 100 veces, pero de corta duración.
Para los anestesiólogos e intensivistas es una maravilla en cirugías grandes de cráneo, de tórax y abdomen; ahí lo podemos combinar con otros medicamentos y aliviar el dolor y sufrimiento de los enfermos de una manera controlada y bajo supervisión médica; uno de los efectos colaterales más peligrosos del uso de la morfina y fentanilo, es la depresión respiratoria, es decir, al paciente “se le olvida respirar”; sin embargo para nosotros los médicos intrahospitalarios no es ningún problema, pues sabemos solucionar esto rápidamente o bien prevenirlo.
Sin embargo, la producción y uso clandestino o extrahospitalario del fentanilo es otra cosa totalmente distinta.
Aquí ya no existe control de calidad alguno; generalmente lo mezclan con otras drogas como la cocaína en presentación crack (residuos de cocaína) barata; lo que pasa es que el fentanilo es sumamente adictivo y el consumidor “no sabe” que se está drogando con opioides y de esta manera queda enganchado “involuntariamente” al fentanilo, que desarrolla adicción inmediatamente; de hecho, la mayoría de los adictos al fentanilo no duran mucho y fallecen a los pocos meses por sobredosis.
Su efecto placentero y adormecedor hace que el adicto lo busque impulsivamente de manera descontrolada; de ahí que durante la dosis los adictos caminen como zombies, contorsionándose por las calles en una nube de placer; el problema es que no es posible controlar la cantidad administrada y se “pasan de la dosis” y llegan al paro respiratorio en el mismo lugar de la inyección, con la aguja colgando del brazo mueren.