Por medio siglo, entre 1964 y 2014, Samuel Joaquín Flores se hizo llamar “El Apóstol” de La Iglesia de La Luz del Mundo (LLDM). Lo hacía para recordarle a su feligresía que sólo él, su difunto padre y su hijo eran los representantes vivos de Dios en la tierra. Durante ese mismo periodo obligó a sus fieles a referirse a su “santa” esposa Eva García de Joaquín como “La Diaconisa”, dándole un halo místico y bendito.
Hoy, “La Diaconisa” ha caído al infierno tras ser detenida en Los Ángeles, California. A sus casi 80 años deberá ir a los tribunales para responder por los presuntos abusos sexuales que cometió junto con su esposo Samuel Joaquín, el padre del actual “Apóstol” de LLLD, Naasón Joaquín García, quien hoy dirige la iglesia —una secta, dirán algunos— desde una cárcel estadounidense, tras declararse culpable de varios delitos sexuales.
Entre otros pecados, “La Diaconisa” está acusada de participar en la violación tumultuaria de una adolescente de 16 años, Martha S., a quien se le prometió un lugar en la eternidad si accedía a tener relaciones sexuales con el matrimonio que lideraba la iglesia con sede en Guadalajara, Jalisco, según una conversación de esta tarde con Sharim Guzmán, exoperador político de la iglesia y hoy testigo de la justicia.
La denuncia interpuesta años más tarde por Martha S. narra que no sólo abusó de ella, sino que después fue obligada por “La Diaconisa” a presentarle más adolescentes, tan jóvenes como de 12 años, para servirle de ofrenda al “Apóstol”. La mentira repetida una y otra vez a las víctimas es que Samuel Joaquín Flores necesitaba de la virginidad y pureza ajena para continuar con su ministerio divino. Sin dolor, no habría paraíso.
Durante mi tiempo como investigador en el documental “El Apóstol” (VIX+) me encontré con más testimonios que apuntaban a la complicidad criminal de la mujer hoy detenida: me hablaron de hombres que siendo niños también fueron violados por el matrimonio e, incluso, forzados a grabarse teniendo relaciones sexuales con sus propios familiares. Cada revelación iba acompañada de asco, culpa y miedo ante esa mujer de mano de hierro.
Las atrocidades continuaban: niñas y niños eran obligados a bañarse en leche de vaca antes de entrar desnudos a la alcoba de “La Diaconisa”, esposos eran forzados a sanar en silencio los genitales sangrantes de sus parejas que volvían de los rincones oscuros de la iglesia, padres que aguantaban el dolor de entregar a sus hijos ante dos depredadores sexuales por miedo a ser expulsados de la Hermosa Provincia, la colonia donde se asienta la sede de la iglesia criminal.
Incluso, recopilé testimonios de testigos que contaban que “La Diaconisa” solía justificar la actitud bestial de su esposo con una frase nauseabunda: “los ángeles no tienen sexo”. Así, cualquier persona, de cualquier género y edad, servía a su crueldad disfrazada de martirio santo.
Horas antes de la caída de “La Diaconisa”, cayó también su sobrino Joram Núñez Joaquín, de 37 años, quien se hacía pasar falsamente por abogado de la iglesia y sobornaba a las víctimas para que no denunciaran los abusos de la cúpula. Si no lograba callar a las sobrevivientes con billetes, las amenazaba de muerte. Ambos, tía y sobrino, construyeron un imperio de silencio sobre miedo y amenazas de destierro.
Las víctimas de LLDM temían que “La Diaconisa” muriera de causas naturales antes de enfrentar la justicia. Parecía tan poderosa como la madre del actual “Tercer Apóstol” y la viuda del “Segundo Apóstol” que creyeron que se irían impunes al infierno. Pero hoy su fachada de santa se ha estrellado y su detención es motivo de celebración en los círculos de sobrevivientes: el mundo ahora puede ver a “La Diácono” como el diablo que fue y es.