Hace cuatro años, en el verano del 2020, la población en México vivíamos con la zozobra, la incertidumbre y el temor a una pandemia de covid-19 que sacudía al mundo entero, dejaba defunciones por todos lados, confinaba a la gente en sus casas y hacía que se perdieran innumerables empleos y que la economía sufriera.
El estado de emergencia por esa terrible enfermedad del siglo se dio por terminado, junto con la pandemia, el 5 de mayo de 2023, teniendo una duración de 3 años y cinco meses.
Si bien, entonces se dijo que la pandemia terminaba pero el covid-19 había llegado para quedarse, la realidad es que parecería que todo lo que nos espantó, nos transformó y nos aleccionó la catástrofe sanitaria, también quedó en el olvido. Prácticamente hoy el coronavirus está ausente de la agenda mediática, de la opinión pública e incluso de las políticas públicas de salud.
Quizás ese relajamiento en las medidas de higiene y seguridad, mismas que deberían aplicarse incluso con cualquier resfriado común, ha propiciado que las enfermedades respiratorias se hayan disparado en el primer semestre del año.
Según datos epidemiológicos, las ciudades con mayor incidencia de casos positivos en el país son en ese orden la Ciudad de México, Querétaro, el Estado de México, Nuevo León y Puebla, con indicadores de que junto a la influenza, infecciones respiratorias agudas graves y rinitis alérgicas, están aumentando y no hay aparentemente campañas preventivas o informativas que alerten a la población de ello.
El que suscribe este texto fue ya parte de las estadísticas y realmente el tema llegó por sorpresa y sin previo aviso. A pesar de que en la pandemia nunca tuve pruebas positivas y me vacuné en cuatro ocasiones, hace unos 10 días iniciaron los síntomas que me mandaron noqueado a la casa por siete días.
Después de dormir un fin de semana casi 30 horas continuas de manera inusual, llegaron los dolores de cabeza extremos, igual que en el cuerpo, seguidos de una gripe que me llevaron a consulta y por ende a realizarme una prueba que salió positiva a covid-19.
Si bien ya no es lo que fue durante el periodo de emergencia y las complicaciones han disminuido mucho, no se debería minimizar ni equiparar a una gripe, primero por su alto índice de contagio y segundo porque sí puede causar alteraciones graves en la población vulnerable. Como decía la propaganda en aquellos años, yo diría: si tienes gripe, ve al médico y quédate en casa.