Un par de días después del Día Internacional de la Paz, del cual reflexionamos ayer en milenio.com, resulta interesante analizar la relación que existe entre la delincuencia, la violencia, la percepción de inseguridad y la construcción de paz, en virtud de los datos revelados de que en Puebla se cometen 222 delitos diarios, de los cuales el narcomenudeo y el robo en las vías públicas son los más recurrentes.
Interesante también el posicionamiento de la Upaep de que Puebla tiene un alto porcentaje de miedo en la población a sufrir violencia, lo que se traduce en desconfianza a sus autoridades, pese a que la entidad se ubica, en otros indicadores, como una de las más pacíficas del país.
Y es que una cosa son los delitos (que por supuesto son preocupantes y que hay que combatir), otra la percepción de inseguridad que usualmente viene de la delincuencia organizada y de los eventos de alto impacto y que hacen que la población pueda sentirse insegura, aunque los números indiquen lo contrario.
Ese es el reto de las autoridades federales, estatales y municipales, en Puebla y en todo el país, el de comunicar con asertividad las estrategias de combate a la delincuencia, generar confianza en las y los ciudadanos para que puedan sentirse seguros y, por ende, vivan en la paz y tranquilidad que nos caracterizaba hace algunas décadas.
Un factor que precisamente incide en la percepción de inseguridad es la amplia difusión de los delitos y homicidios de alto impacto, los cuales, aunque sean los menos, hacen lo que el crimen organizado pretende que es infundir miedo en la población, como se ha estudiado en otros países e incluso en otros estados de la República en los que llegó este fenómeno antes que a Puebla.
Tuve la oportunidad de dirigir el área de Comunicación de un estado como Nuevo León, a inicios del milenio, cuando se desarrollaba este fenómeno apenas inicialmente y teníamos dos retos al respecto: reforzar la seguridad en el estado y, comunicar efectivamente.
Veinte años después, la formula es la misma. Seguridad eficiente, cercanía con la población y comunicación eficiente para que la percepción de paz regrese a la mente de los habitantes.