A mediados del mes de julio, mi compañero Andrés Lobato y el que esto escribe, fuimos a la Ciudad de México a realizar una entrevista para un proyecto editorial, y justo ese día comenzó el operativo Cero Robos que ordenó la presidenta Claudia Sheinbaum en las autopistas y carreteras más peligrosas del país.
De regreso fuimos testigos del gran despliegue de seguridad donde llegamos a contabilizar hasta 10 puestos donde elementos de seguridad, apostados a un lado de la México-Puebla, pues de lo que se trataba era de impactar mediáticamente a los automovilistas que circulamos ese día.
El gobierno estatal se sumó también a la iniciativa presidencial, en un operativo integral donde se involucraron las fuerzas armadas y los tres niveles de gobierno, para garantizar el libre tránsito y sobre todo generar tranquilidad a los millones de usuarios de esa importante vía de comunicación.
El comunicado decía que el operativo incluyó también la autopista Puebla-Veracruz, especialmente en la caseta de Amozoc, donde más de 300 elementos de la Guardia Nacional, Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de Marina, Policía Estatal, Policía Municipal y la Fiscalía General del Estado colaboraron.
Se dijo que se contaba con las torres de inspección vehicular, las cuales tienen tecnología avanzada, permiten identificar vehículos con reporte de robo en tiempo real, y que eso ayudaría a disminuir los asaltos.
Este martes de nuevo viajamos a la capital del país, y al volver vimos vigilancia, pero ya no el despliegue de aquel día, porque en honor a la verdad los puntos de inspección eran mucho menos, y eso me hizo recordar que en cualquier actividad de la vida la consistencia debe ser una máxima para alcanzar el éxito.
Por la tarde nos enteramos de un doble crimen en la México-Puebla a la altura de Amozoc, en el sentido a la Ciudad de México, a plena luz del día, lo que evidencia que el operativo no ha sido del todo eficaz.
Tampoco se trata de demeritar los esfuerzos de las corporaciones policiacas, pero hechos como éste dejan un mal sabor de boca en los ciudadanos, y ponen en evidencia que con la delincuencia nunca se debe aflojar el paso.
A reserva de que se conozca el móvil de ese crimen, es importante alinear el discurso con la realidad, porque eso genera percepción y en ese sentido, no podemos (gobierno y sociedad) cantar victoria ni mucho menos echar las campanas al vuelo.