
Desde su portada, el libro es una rareza, el colofón se exhibe en las dimensiones de un círculo formado por la cola de un dragón. Desde ahí empieza el despliegue de posibilidades en esta edición inusual, voluminosa, con seres alados, quimeras, anfibios, salamandras, seres con extremidades anilladas o garras y, claro, por textos de escritores inclasificables.
Para leer este homenaje a los raros hay que recurrir a una serie de movimientos con sus páginas, hallazgos, caminos sinuosos que van a ensanchar la curiosidad. Cara o cruz, arriba o abajo, por aquí y por allá, de forma horizontal o vertical, el lector tiene la posibilidad de atender a una propuesta lúdica, lúcida, antisolemne.
Tras la información de la página legal, una serpiente con cuernos da una advertencia: “Diríjase a la página 00 para comenzar la lectura de este libro”. Así inicia el recorrido por los libros más extraños que se han publicado. Tras el guiño rayueliano, es posible que quien asome la nariz en estas páginas experimente que está sentado en la mesa de té del Sombrerero Loco. Porque cualquier cosa puede suceder, incluso que varios escritores recurran al espiritismo para “enfrentar una serie de adversidades morales y científicas de la época”, como apuntan Pablo Mora y Alexis Retana.
Esta fiesta del té cuenta con un homenajeado y es Rubén Darío, quien en 1896 publicó Los raros, “un vademécum de la modernidad”, decía Octavio Paz. Darío heredó de José Martí un espacio en el diario argentino La Nación y ahí se forjaron estas reseñas, crónicas, selección de textos que tituló “Los raros”. Una hipótesis del escritor nicaragüense es que el “silencio crítico” acompañó a algunos de estos autores. Por ejemplo, “no se han dicho muchos comentarios sobre L’art en silence, de Camilo Mauclair, como es natural. ¡El arte en silencio, en el país del ruido!”, sentenció el escritor.
En 2016 se cumplieron cien años del fallecimiento de Darío, la UNAM organizó un coloquio y como resultado de ese evento cultural surgió la idea de editar un libro, cuyo linaje fuera una rareza. El libro está integrado por Rara avis. Pequeño aviario de ediciones y escritores raros, un prólogo de Cuauhtémoc Padilla; luego cinco secciones: Los raros. Una obra y estirpe; Los raros de Darío; Autores raros; Muestrario de rarología y un postlibris sobre El ocultismo o el espiritismo como hipótesis realizado por Pablo Mora y Alexis Retana.
Las plumas convocadas son rarólogos, especialistas en distintos autores no convencionales. Darío los nombró raros, pero otros ensayistas se han referido a ellos como excéntricos, cronopios o poetas malditos. Para Darío alguien raro es un autor con un “estilo poco común; es decir, se refiere a lo raro desde el estudio de las corrientes y personalidades literarias excéntricas o bien, a lo raro o curioso como sinónimo de un uso heterogéneo, original, desafiante de las corrientes literarias en boga y del canon”, señala Pablo Mora.
¿Quiénes son algunos de autores raros que, atendiendo el criterio de Darío, podrían ubicarse en esa denominación? Luis G. Inclán, Santiago Sierra, Hilarión Frías y Soto, Amalia Domingo Soler, Laureana Wright, Laura Méndez de Cuenca, Francisco Sosa, Rogelio Fernández Güell, Enrique Fernández Ledesma, Alonso Junco, Efrén Hernández, Sergio Golwarz, Juan José Arreola, Gerardo Deniz y un arquitecto del que sólo se conocen sus iniciales J. L.B.
Esta pléyade de escritores inusuales está acompañada por las sección que incluye las portadas de libros emblemáticos: varias ediciones de Los raros de Rubén Darío, las Obras completas de Paul Verlaine, Los grotescos de Theophile Gautier, Historia de los heterodoxos españoles de Marcelino Menéndez y Pelayo, Léon Bloy, místico del dolor de Albert Béguin, Poemas escogidos de Eugenio de Castro, Juan Gabriel Borkman de Henrik Ibsen, La edad de oro de José Martí, Las mil y segunda noches de Edgar Allan Poe, Cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont, Cuentos de Efrén Hernández, Mujeres notables mexicanas de Laura Wright de Kleinhans, Razonamientos espiritistas de David Grossvater, Cubiertos de una piel de Gerardo Deniz, En la escuela de la vida de Francisco Sosa, por mencionar algunos.
Es un libro sui generis que permite a los lectores conocer a los autores poco convencionales y saber de ediciones heterodoxas. Y, algo más raro, que la academia publicara un libro de esta naturaleza. Es probable que los espíritus convocados a tomar el té contribuyeran a la buena fortuna del proyecto.