Fiel a su costumbre de boquiflojo, Donald Trump tuvo que echar marcha atrás y tragarse sus palabras antes que imponer los multisobados aranceles a productos mexicanos que se venden en el vecino país del norte.
Tras analizar la serie de imponderables que le impedirían imponer de manera unilateral y arbitraria impuestos a los artículos que de diversa índole se fabrican en México y son exportados a Estados Unidos, el mandatario tuvo que recular ante la presión de empresarios, ministros y jefes de Estado por su sórdida valentonada.
El grave encarecimiento de artículos de exportación hacia la Unión Americana, como vehículos automotores de manufactura mexicana, frutas y hortalizas y hasta el petróleo que adquieren desde hace muchos años, lo “motivó a ennoblecerse” luego de recibir ayer la llamada de Claudia Sheinbaum para mencionarle la crisis económica que nos deparaba de imponerse su absurda voluntad.
Hay que consignar que la danza protestataria inició con los empresarios estadounidenses,
quienes pidieron a Trump desistir de la imposición de aranceles a México y Canadá, -cuya medida entró en vigencia desde el primer minuto del martes pasado- ya que los costos serán trasladados al consumidor final y a las pequeñas y medianas empresas.
Luego de imponerse esas medidas, los empresarios estadounidenses no se quedaron cruzados de brazos, fueron más allá y le hicieron ver a su presidente que los altos aranceles sin ninguna justificación económica, mas que la política, ocasionaría el despido de miles de empleados, así como cierre masivo de empresas, con lo cual la quiebra de muchas de ellas sería inminente.
Por ende, alertaron los referidos inversionistas, vendría el cierre masivo de zonas fabriles y manufactureras, con lo que se aceleraría la vorágine de desempleos que originarían otra causal de conflictos irremediables e irreconciliables al corto y mediano plazos. Todo influyó para que al final Trump “entrara en razón” y desistiera de sacarse de la chistera sus medidas draconianas que iban a afectar de forma grave la economía de México, Estados Unidos y Canadá.
Así también la presidenta Sheinbaum pudo levantar la mano en señal de victoria por ese desistimiento americano que le supo a derrota a Trump, a quien no le quedó más remedio que tragar polvo por su osadía sin sustento legal más que el del jugar a las vencidas con quien siga su absurda convocatoria.
Con todas esas enseñanzas gratuitas de cómo no hacer política amenazante, la presidenta mexicana aprendió ya en carne propia de lo que tendrá que aplicar en tanto permanezca Trump en la silla presidencial de Estados Unidos, cuando menos para los próximos cuatro años, cuando a Sheinbaum aún le quede año y medio a su administración.
Que sea para bien de México. Enhorabuena.
Notas de Trascendencia
Tuvo que volverle a repetir Claudia Sheinbaum a Félix Salgado que no podría ser elegible a la gubernatura de Guerrero en 2027, para que el violentador del estado de derecho entendiera que la ley antinepotismo era también para él.
Y es que la Jefa del Ejecutivo federal declaró de manera pública que ningún integrante de Morena podría ser elegible a un cargo de elección popular a partir de 2027, a pesar de que los diputados federales aprobaron la ley antinepotismo para que entrara en vigencia en 2030. Sheinbaum alzó la voz para advertirle a Macedonio, Ricardo Monreal y hasta a Andrés López Beltrán que no aspiren a ser electos luego de mandatos familiares.
El revés público fue para el representante de AMLO en el Senado, Adán Augusto López, quien todavía no digiere la exhibida pública que le endilgó Sheinbaum por su desobediencia y empeño en quedar bien con su mentor antes que con ella.