A pesar de tener todo el poderoso aparato gubernamental para imponerse sin ninguna objeción, Claudia Sheinbaum, la candidata de Morena a la presidencia de México, no se erige ni convence para ser la sucesora de Andrés Manuel López Obrador.
Y es que no tiene ni el arraigo ni el carisma suficientes para convencer a los mexicanos que la siguen, de que tiene los arrestos necesarios para imponerse sin discusión en las elecciones del próximo 2 de junio.
No obstante que la ex alcaldesa de Tlalpan ha tenido eventos a modo como para imponer en cada uno de ellos el sello tan característico de la casa que la abanderó para imponerse, no despega.
Ni en su discurso muestra la contundencia menos la fortaleza para ser considerada la firme candidata a la Primera Magistratura del país.
Sheinbaum ha demostrado en la mayoría de sus alocuciones una repetición y un eco de todas las exigencias que caracterizan a López Obrador, las que vierte de forma cotidiana desde su púlpito de Palacio Nacional.
Lo que sí queda en claro es que no obstante el esfuerzo que le imprime a cada una de sus acciones públicas y privadas, la abanderada guinda no ha podido desapegarse de la batuta del tabasqueño.
Cuando ha pretendido pronunciar un discurso autosuficiente en sus conceptos de convencimiento hacia seguidores y simpatizantes, el Jefe del Ejecutivo federal le desliza la línea política.
En tanto su adversaria, la panista Xóchitl Gálvez, ha crecido en las encuestas de las últimas semanas gracias a su discurso ágil y sin tantas pretensiones. Pese a que la abanderada del bloque opositor al régimen se desdibujó tras los dos primeros meses de precampaña, los actos de contrición a los que fue sometida para enmendar el camino, la exponente del PAN, PRI y PRD retomó nuevos bríos y su figura creció en las estadísticas.
Por ello resulta inconcebible que, no obstante tener toda la cargada presidencial, Sheinbaum aún teme a la sombra de Gálvez que no se arredra ante ningún ataque y obuses que le lanza todos los días desde el Zócalo capitalino.
Será de pronóstico reservado el desarrollo de ambas candidatas en los próximos 125 días de campaña, donde las dos deberán tocar a las puertas de la ciudadanía para demostrarle quién tiene el poder de la palabra, la imagen y el convencimiento para adjudicarse la contienda electoral más copiosa y disputada de México.
Solo faltan poco más de 4 meses para que se desvele el panorama político-electoral de México, de lo que se quiere y se exige en todos los sectores de la sociedad nacional. Más de 93 millones de mexicanos dilucidarán la situación de nuestro país para el sexenio 2024-2030. Ya solo falta esperar unos meses para ser testigo de la historia.
Ahí esperemos estar.