El nuevo Papa, León XIV, deberá plantear una atractiva y trascendente estrategia para retomar dogmas de fe del catolicismo y que sean estos de nueva cuenta la apertura al noviciado de obispos y sacerdotes que tanta falta le hacen en estos momentos a la grey.
Por ello, el designado representante de la Iglesia Católica deberá retomar y encauzar a los futuros religiosos para que le impriman ese sello tan peculiar del catolicismo en el rumbo de crecimiento y estabilidad que tanto se requiere en estos momentos.
Hoy existen en el mundo mil 400 millones de católicos que han registrado pequeños incrementos en los últimos lustros, quizás también por el crecimiento de otras alternativas religiosas, como las iglesias cristianas que motivan de una manera casi coercitiva la participación de sus fieles.
Por lo que respecta a México, en el último censo del año 2020, alrededor de 78 por ciento de la población se denominaba católica, lo cual representó cerca de 97.9 millones de mexicanos.
Asimismo, en ese mismo año, 10.2 millones de mexicanos, que representó 8.1% del total de la nación, reiteró que no profesaba religión alguna, con lo cual el catolicismo se situó de nueva cuenta en la fe de la mayoría de los connacionales.
Con esas estadísticas, el trabajo del sucesor del papa Francisco deberá seguir el esquema planteado por quien se presentó ante sus fieles como un hombre austero, de una apertura mental y social privilegiada, como nunca antes había registrado la iglesia católica.
Robert Francis Prevost Martínez, el Papa designado este jueves por 132 cardenales en un cónclave de cuatro votaciones, -más ágil de lo esperado- oficiará este viernes a las 11 de la mañana una misa en la Capilla Sixtina y deberá decidir también dónde establecerá su residencia.
El cardenal, de origen estadounidense, aún no define si se trasladará al tradicional apartamento papal del Palacio Apostólico, sitio preferido de algunos de los mayores jerarcas de la iglesia católica.
Prevost Martínez es un agustino conciliador, tímido y de trato humilde, que la Iglesia sitúa en primera línea ante la polarización de Donald Trump y la deriva política populista en Estados Unidos y en el mundo.
Las primeras palabras del purpurado han sido una llamada a la paz, ante una multitud que no sabe hacia quién dirigirse en estos tiempos de violencia y revuelta social que han extinguido a los creyentes de la palabra de Dios.
Observaremos a través de los próximos meses cuál será el futuro de la religión católica, tan cuestionada pero también seguida por millones de ciudadanos del mundo, que aún la profesan con el más peculiar de los fervores.