Con tal de librar de la picota al otrora ídolo futbolístico, las diputadas de Morena organizaron una verbena popular en la Cámara baja. Hicieron sentir al ex representante del afamado barrio de Tepito como en sus mejores tiempos, cuando lo dispensaba la otra afición que abarrotaba de bote en bote el estadio Azteca.
“¡No estás solo! ¡No estás solo!” vitoreaban, coreaban y repetían una y otra vez emocionadas, las homólogas y admiradoras del presunto acusado.
Por las expresiones de las mujeres de San Lázaro nos imaginamos y situamos el momento en un inmueble de cualquier rincón de nuestra querida República, en un clásico del balompié donde militara el hoy redimido diputado.
Y volvimos a la realidad porque en eso está convertido el Congreso de la Unión: en un circo de tres pistas, como caracterizaba a esas carpas callejeras que eran capaces de reunir a toda la “familia feliz” y a la que López Obrador aprovechó y utilizó para erigirse como guía moral de la gente más depauperada de este país.
Al final de la sesión pública, Cuauhtémoc Blanco fue exonerado de un posible delito grave en el que se le imputaba primero, la conservación de su fuero constitucional y también no ser encarcelado por el supuesto delito de violación en grado de tentativa, cometido según la carpeta de investigación de la Fiscalía de Ciudad de México en contra de su media hermana.
Por supuesto que la Cámara de Diputados y los juzgados del nuevo sistema judicial serán los mismos escenarios en donde los integrantes de Morena, ya sean legisladores federales, funcionarios públicos, representantes populares entre los que se cuentan gobernadores y presidentes municipales, todos en conjunto, participarán para “restarle méritos” en caso de que así sea, a presuntos delincuentes.
De ahí que hoy la reforma judicial sea la máxima prioridad de los discípulos lopezobradoristas para qué no exista más el estado de derecho y se tuerza la ley cada vez que así lo requiera cualquiera de sus protagonistas.
Imaginemos que después de la elección del 2 de junio próximo donde habrá nuevos integrantes del Poder Judicial nacional, los que sin duda estarán bajo las órdenes de la actual Jefa del Ejecutivo federal.
Ese claro ejemplo vivido hace tres días en la Cámara de Diputados, donde las más recalcitrantes feministas del partido guinda defendieron, al precio que fuese, al ex delantero del club América, en el que mostraron una más de sus facetas y de lo que son capaces de organizar si se los ordena su aún guía moral, que pese a lo que haya ordenado su líder camaral Ricardo Monreal, ellas responden a lo que les esgrime el de Tabasco.
No importa si existió una orden contraria de Claudia Sheinbaum, ya que han demostrado con creces que las diputadas federales están a la orden y al servicio del tlatoani.
Ese es el nivel de la política mexicana, en nuestros tiempos actuales, donde se viola una y otra vez nuestra Carta Magna que está al vaivén de los caprichos y designios de quien ocupara hasta hace cinco meses la presidencia de México.
Por supuesto que Cuauhtémoc Blanco puede ser víctima de alguna celada o bien de algún interés extrajudicial para desacreditarlo.
Empero, si el caso llegó hasta la máxima tribunal del país para ser enjuiciado e incluso desaforado para que se ciña a las leyes mexicanas, la denuncia llevaba los causes legales para ser impuesta conforme a derecho.
Vivimos sin falsas expectativas, sin fatalismos, una verdadera putrefacción del sistema judicial mexicano en donde tanto jueces como procuradores de la justicia son incondicionales de los actuales dirigentes de las diversas cámaras y organismos públicos, por lo que se sirven con la cuchara grande para denunciar, censurar o ajusticiar a quien les venga en gana.
El Estado derecho en México ya es una utopía. ¿A dónde va nuestra nación con tanta corrupción, inflación, ilegalidad, violencia generalizada cuyo castigo contemplaba antes con mucho orgullo nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?
Ya fue sentenciada para ser dilapidada. Qué pena.