Sabemos de estudiantes considerados "muy inteligentes", que logran resultados mediocres cuando se incorporan a la vida de trabajo y existen casos, en los que el desempeño de quienes fueron considerados estudiantes "no tan inteligentes", tienen carreras exitosas y con triunfos en casi todo lo que emprenden.
En gran parte, eso se explica debido a la idea tan limitada que hemos tenido hasta ahora de lo que es la inteligencia, y a nuestra equivocada concepción de lo que es el éxito.
Consideramos como exitosas a las personas que destacan profesionalmente o consiguen una posición socioeconómica destacada, aunque sean un fracaso en sus relaciones de pareja o unos ineptos para formar a sus hijos.
Hay personas que han conseguido "destacar" a costa de su salud o pagando un precio muy alto en su vida familiar.
El éxito es más integral, no se limita a unas cuantas facetas de la vida.
Tal vez resulte mejor definir al éxito como "la capacidad para establecer y lograr objetivos integrales para la propia vida"; entendiendo por objetivos integrales, aquellos que abarcan tanto la dimensión profesional, como la familiar, la espiritual y la social.
Sin duda, la persona que se fija metas relevantes en todos esos aspectos y las logra, puede ser considerada como exitosa.
Cuando se intentó medir la inteligencia humana, se consideró que ésta radicaba principalmente en dos tipos de habilidades: el manejo de números y la maestría en el uso del lenguaje que llevó al establecimiento del coeficiente intelectual.
Ese criterio limitado, que continúa en uso hoy en día, ha provocado una contaminación en nuestra manera de pensar y en los criterios que utilizamos para definir el éxito.
Bajo la influencia de estos esquemas, muchos padres se preocupan cuando alguno de sus hijos no es brillante para el manejo de números, creen que debido a eso, no van a tener éxito en la vida.
La realidad es otra, por todos lados vemos gente que, aunque no fue brillante en lo académico, han logrado carreras exitosas.
Hay deportistas que no son capaces de ligar dos palabras cuando están frente a un micrófono, pero nadie duda de su éxito.
Hay empresarios que con muy baja escolaridad han construido verdaderos emporios.
Hay padres y madres de familia que han sido muy exitosas al formar hijos íntegros, competentes y triunfadores.
Hay maestros que aunque no gozan de una situación económica boyante, son personas integras, respetadas y admiradas y que ejercen una gran influencia en su medio.
Más que un alto coeficiente intelectual, requerimos inteligencia emocional, inteligencia cultural… inteligencia social y práctica, es decir inteligencia integral.