1. Leo (MILENIO, 20/8/25) contada por su madre la historia de una joven mujer que se suicida luego de meses en “terapia” psicológica con un chatbot de nombre Harry. Lo que no se atrevió a confiarle a su terapeuta real, dice, lo hizo con Harry: “Hablar con un robot tenía menos consecuencias”. Tiene un momento inolvidable: “Sophie nos dejó una nota a su padre y a mí, pero sus últimas palabras no sonaban como ella. Ahora sabemos por qué: le había pedido a Harry que mejorara su nota, que la ayudara a encontrar algo para minimizar nuestro dolor y hacerla desaparecer con la menor reacción que se pudiera”. De modo involuntario y terrible, la historia merecería figurar en la Antología del cuento triste de Bárbara Jacobs y Augusto Monterroso.
2. Gabriel García Márquez dijo que sólo dos cuentos le parecían perfectos: “La pata de mono” de W. W. Jacobs y “El caso del doctor Valdemar” de Edgar Allan Poe. Como todos desde 1940 (1a. edición) García Márquez conoció al primero en la Antología de la literatura fantástica de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo. De tres deseos concedibles, dos padres le piden a una pata de mono que les dé 200 libras; las reciben tras la noticia de que su hijo murió en el trabajo y las libras son para compensarlo. Segundo deseo: que el hijo vuelva a la vida. Tercero: que el hijo vuelva a la muerte porque lo que volvió (no lo vemos: lo sentimos en la puerta) ya no es su hijo.
Leo (The Atlantic, 21/8/25) que unos padres entre trabados de dolor y deseosos de hacer algo permitieron la reanimación mediante IA de su hijo muerto en un tiroteo masivo. La pata de mono tecnológica.
En el cuento de Poe alguien a punto de morir deja que lo hipnoticen. Desde la muerte emite voces de espanto.
El hijo reanimado mediante IA mostró deformidades insoportables; entre ellas su voz produce un chillido digital. Ante esto “creí que me volvía loco” dice el articulista Charlie Warzel.
“La pata de mono” y “…Valdemar”: la IA ha creado o juntado en uno dos cuentos de terror.