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¿Qué nos están diciendo las valuaciones?

En los últimos 2 meses, el S&P 500 ha tocado 15 máximos históricos. Si eso lo comparamos contra la cantidad de días hábiles que ha habido, encontramos que 35% del tiempo ha estado en máximos desde finales de junio hasta finales de agosto. ¡Todo parece indicar que el mercado está de fiesta! Pero ¿Qué tanto puede durar y hasta dónde puede llegar?

El mercado se mueve por expectativas, no por hechos pasados. En este sentido, lo pasado ya está reflejado en el precio y, aunque lo futuro también lo intentamos reflejar, en muchas ocasiones fallamos y eso deriva en volatilidad y en ajustes en las valuaciones de los activos (tanto de manera positiva como negativamente). ¿Dónde estamos parados hoy? ¿Qué papel están jugando las expectativas en las valuaciones de los índices?

Para evitar hablar de métricas técnicas en la valuación de acciones (y así perder la atención de los lectores), permítanme mostrarles una forma más intuitiva de construir un índice accionario. El valor de un índice accionario, como el S&P 500, se puede construir a partir de 3 grandes elementos. El primero son los fierros de las empresas, o lo que en análisis financiero se conoce como valor en libros, es decir, la suma de los valores contables de todas las empresas. Podríamos pensar que, salvo eventos extremos como un terremoto que destruya California, este componente es poco volátil. De hecho, tiende a ir creciendo paulatinamente con el tiempo. Sin embargo, el valor en libros no es suficiente para valuar una empresa. Una empresa es el resultado de su valor en libros más las utilidades que pueda llegar a generar a lo largo del tiempo. Lo que nos lleva al segundo componente: las utilidades esperadas los siguientes 3 años.

Este segundo elemento ya lleva implícito un pronóstico. ¿Cómo van a ser las utilidades de todas las empresas del S&P 500 los siguientes 3 años? Es complicado saberlo con certeza, sin embargo, podemos tener una idea bastante cercana a lo que podría llegar a pasar, al final del día, las empresas tienen un plan de negocios que irán desplegando, y los efectos de dicho plan se verán reflejados en las utilidades de los siguientes años. En ese sentido, conocer qué va a pasar con las empresas los siguientes 3 años no es tan complejo. Ayuda, además, que las empresas suelen tener guías prospectivas para que los inversionistas tengan una expectativa clara de qué es lo que sucederá los siguientes trimestres y años.

Entonces, ya tenemos dos elementos: el valor en libros y las expectativas de utilidades de los siguientes tres años. Pero ¿Qué pasa con las expectativas después de los 3 años? ¿Cómo las incluimos en la valuación del índice? Pues muy sencillo: por un proceso de ajuste. Las expectativas a mayor plazo son el residual entre el valor del índice y la suma de lo que ya conocemos. Permítanme poner un ejemplo. Al momento de escribir esta columna, el S&P 500 estaba en 6,439 puntos, tenía un valor en libros de 1,187 puntos y utilidades estimadas para los próximos 3 años de 902 puntos, lo que implica que, el valor residual, es decir, las utilidades estimadas de 3 años en adelante son 4,350 puntos. O puesto de otra forma, 4,350 puntos de los 6,439 puntos del S&P 500 se deben a las expectativas de utilidades de largo plazo. Porcentualmente hablando, el 68% de la valuación del índice son “los sueños y esperanzas” que tienen los inversionistas puestos respecto a lo que puedan ser las utilidades de largo plazo.

Ahora bien, ¿eso es mucho o poco? Históricamente, este residual tiende a ser el 45% de la valuación. De hecho, los números que estamos viendo hoy se parecen bastante a los vistos en 2000 y en 2021, es decir, a los números vistos en el pico de la burbuja dot-com y de la burbuja de empresas tecnológicas no rentables, respectivamente. ¿Eso quiere decir que estamos en una burbuja? No necesariamente, pero tampoco quiere decir que las cosas “sean normales”. La realidad tiene muchas facetas, y en este espacio nos estamos concentrando en solo una, por lo que sacar conclusiones podría ser apresurado.

Lo que sí es cierto es que las valuaciones están gritando que el mercado parece caro, y que históricamente esto tiende a traer rendimientos malos, e incluso negativos, durante los siguientes años. De hecho, una métrica de “sueños y esperanzas” en los niveles actuales nunca ha traído años positivos posteriores a su observación. ¿Esta vez podría ser diferente? Quizás, pero cuidado: las cuatro palabras más peligrosas al momento de invertir son “esta vez es diferente”. Son peligrosas porque son complacientes. Son palabras que inducen a la pereza de pensamiento y a la falta de disciplina. Hay que recordar que tanto en la vida, como cuando invertimos, los excesos terminan pasando factura siempre, sin importar qué tan optimistas estemos o qué tan buenos sean nuestros argumentos para defender el futuro.


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Luis Gonzalí
  • Luis Gonzalí
  • [email protected]
  • CFA, Gestor del Fondo, VP y Co Director de Inversiones en Franklin Templeton México.
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