Tal vez lo primero que tengamos que hacer es enfrentar el hecho de que nos ha tocado vivir el final de una era, reconocer la agonía de los modelos de gobierno que se fueron perfeccionando desde los últimos doscientos cincuenta años y entender que han quedado obsoletos, que ya no le aplican a la realidad que vivimos y es justo por eso que nos resulta imposible corregir el rumbo descarriado que sentimos está tomando la organización estatal haciendo uso de estos esquemas desgastados,
Estamos frente a catástrofes globales ante las cuales la humanidad parece que no hace nada: guerras fuertes y declaradas en muchos lugares del mundo, imperio de crimen organizado, a veces con más muertos y desaparecidos que las mismas guerras, aumento en la desigualdad, explotación laboral, migrantes criminalizados y el calentamiento global por citar tan solo algunos ejemplos. Es este el momento donde sería más necesario el uso de la política y el derecho como herramientas para hacer frente a estas catástrofes, que tienen en común ser generadas por la conducta humana, no son desgracias que provengan de la naturaleza sino de las acciones y omisiones de la sociedad, pero esto no es posible porque simultáneamente se está produciendo en muchos países, incluyendo México y un tremendo colapso de las democracias, consistente en una simplificación conceptual que identifica el voto o la elección como la única fuente de legitimación de los poderes públicos.
Una de las características principales de la democracia es la de ser un gobierno para todos, donde se protejan los derechos de las minorías y se controlen los ánimos de poder absoluto por parte de los gobernantes. Pero cuando equiparamos el concepto de democracia con el de mayoría en votos y vemos como usan a los ciudadanos, sin mayor información para votar por personas y proyectos que no conocen, con la motivación de conseguir una gratificación directa por el voto o de conservar los programas sociales que sienten le regala el gobierno, entones gana la elección no el mejor proyecto ni la persona más confiable para ejecutarlo, sino el que más dinero le metió a la campaña, el que pudo comprar más votos, y así la democracia queda subastada, quedando la decisión del destino de la comunidad no en la mayoría de los ciudadanos sino en quien tiene la mayor cantidad de recursos.
En esta democracia simplificada, después de la elección la ciudadanía ya poco importa, se les requieres como escenografía para hacer mítines, y eventos de ovación al funcionario de manera periódica pero no para escuchar sus verdaderas inquietudes y necesidades. El pacto entendido es “tú me vas a dar tu voto, yo te daré algo de dinero, no molestarás durante todo el mandato, yo haré lo que necesite para obtener más dinero para podértelo repartir después a ti mismo, tu agradecerás e irás a mis eventos con pancartas de apoyo, aunque no haya servicios de salud, ni calles pavimentadas, ni buenas escuelas ni nada, porque piensas que siempre han robado, vpero al menos ahora te reparten algo”
Esta Democracia ya está muerta…. Avísenle a los Constitucionalistas, y estudiosos de la Teoría Política, para que le piensen a un modelo nuevo.