Nacido en Londres hacia 1859, Havelock Ellis fue un activista social, sexólogo y médico que falleció en 1939. Aún tengo muchas dudas acerca de si una autobiografía cuenta o no toda la verdad de quien la escribe. Lo cierto es que los dos tomos de la vida de Havelock Ellis escandalizaron a las buenas conciencias londinenses de la época, al narrar una serie de situaciones que tienen que ver con la conducta sexual de todo ser humano.
La brillante introducción de Allan Hull Walton y el prólogo de Francoise Delisle son verdaderamente conmovedores, de investigadores que sí conocieron sus teorías más recónditas de hombres y mujeres del mundo.
Havelock Ellis resalta que lo que se aparta de la conciencia es considerado obsceno, pero que él lo sostiene con honor porque sólo así se enfoca al mundo.
Hubo críticos, en su momento, que condenaron la autobiografía, que dieron testimonios de que se trataba de una gran obra, pero que nunca debió haberse publicado. Los prologuistas subrayan y destacan que se trató de una acción deliberada, expresión de un instinto que aparece más claro al transcurso de los años.
Su vida es auténtica y sincera hasta el impudor del creador de la sexología, hombre que influenció a Freud y a Wilhelm Reich, un exponente de las libertades del mundo… “Nunca la mojigatería se ha visto más indefensa ante el testimonio de un solo hombre”, abrevian sus biógrafos.
Al referirse al erotismo, Havelock Ellis reflexiona y escribe que el amor puede parecernos un camino al calvario, pero —agrega— ese camino no es el del fracaso.
Otra extraordinaria reflexión: las personas aparecen y desaparecen, distintas, agradables, desagradables, pero sólo unas cuantas permanecen grabadas como láminas en la memoria. A todos nos consta.
Havelock Ellis es un clásico; sin su legado, sin su obra, no podríamos comprender muchas de las conductas que la norma social califica de patológicas al referirse a la sexualidad.
Los dos tomos editados por Felmar encierran el testimonio y la vitalidad de una vida entregada a la pasión pura, la de Havelock Ellis.
