En las campañas políticas, las emociones constituyen el centro de la discusión en torno a las preferencias electorales. Porque se busca conocer el perfil de los votantes la igual que los consumidores a partir del análisis de sus expresiones faciales. Ahora es posible con el sofware Face Reader que le empresa holandesa Noldus distribuye en todo el mundo par medir las micro expresiones de la cara.
Este es un gran avance científico de las neurociencias, que puede medir la aceptación o rechazo a un video de una campaña televisiva. También puede evaluarse la imagen de un candidato y su discurso a través de analizar los músculos del rostro en una persona. Este sofware capaz de medir las emociones con una computadora, tiene almacenadas en su memoria Ram, más de 10 mil imágenes de expresiones faciales y puede identificar las 7 emociones del ser humano: sorpresa, tristeza, desprecio, miedo, ira, alegría y asco.
El cuerpo nunca miente, sostiene Alice Miller en su libro que lleva el mismo título; sus investigaciones muestran que la comunicación verbal puede ser falseada, podemos emitir una opinión contraria a nuestro pensamiento. Pero no podemos evitar manifestar nuestras emociones de desprecio, alegría o tristeza. Ahora con este programa de cómputo que se conecta a una cámara para registrar el video y medir las expresiones faciales, la investigación en neuropolítica está avanzando.
Es imposible conocer el pensamiento de un votante, pero si es posible medir su respuesta nerviosa de cada uno de sus músculos faciales. Ahí se muestra de manera fehaciente la reacción que tiene un votante ante un discurso, una imagen o un concepto. Flora Davis, en su libro: “La comunicación no verbal”, describe cómo la cultura construye la percepción en las personas. Por ello el miedo y la tristeza son emociones inevitables, visibles e identificables en la semblanza de un paciente.
Pero, así como se puede utilizar para fines médicos la neurociencia, se está realizando experimentos para unirse con la mercadotecnia y la política. Por supuesto la razón, el análisis de datos y la educación son variables que inciden en la respuesta que tiene un sujeto ante una campaña política. Pero la lucha entre lo racional y lo emocional está ahí. Las conexiones cerebrales actúan por instinto, ante un político que genera desconfianza; por su imagen y la experiencia previa que tiene el votante.
Empero, también puede producir una gran simpatía por su forma de vestir, su voz y el discurso que produce. A través de este tipo de estudios se está impulsando la creación de fuertes liderazgos en la política, corriendo sus elementos emocionales y construyendo los estímulos que llegan al cerebro. Ante este crecimiento tecnológico cada vez existe un mayor control en nuestro comportamiento, por medio de incentivos para comprar, votar y percibir de acuerdo; al interés de los partidos políticos y las empresas. Vivimos una nueva era de tecnología y control de las emociones.
José Luis Estrada