En el proceso de comunicación política se construyen espacios de interacción entre gobierno y sociedad, pero también desde los ciudadanos hacia el gobierno.
Con el desarrollo de las nuevas tecnologías se establece una nueva forma de interacción social: libre, transparente y con un amplio sentido colectivo para solucionar la problemática de las comunidades. A una mayor cercanía en la comunicación es posible generar empatía, interés y en general; construir adeptos, simpatizantes y amigos.
En ese sentido, las radios comunitarias constituyen un espacio de interacción entre la sociedad. Durante muchos el duopolio informativo construyó una narrativa para sostener al régimen político; pero con la alternancia electoral en el año 2000, con el triunfo electoral de Vicente Fox se logró disminuir la clientela cautiva de las estaciones de televisión y radio oficiales.
Posteriormente, en 2018 cuando con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador se desarrolló una estrategia de apertura informativa, de proyectos sociales y una comunicación colectiva, popular y participativa.
Surgieron por tanto, las radios comunitarias como una vía de expresión abierta a las causas ciudadanas, impulsando la homofilia, es decir, buscar la interacción entre los iguales, entre las personas que se identifican y que tienen los mismos problemas. Evitar la polarización es precisamente una de las estrategias de la comunicación política. Esto se puede lograr con una comunicación paritaria, centrada en el problema y no en las personas.
Así, las campañas políticas buscan solucionar problemas que a muchos interesan y que permiten que la ideología quede fuera. Lo que se pretende es que compartan sus problemas, sus historias y motivaciones.
Erving Goffman, sociólogo canadiense encontró en la década de los cincuentas impulsó una teoría denominada: “Teoría de la dramaturgia”, donde la sociedad es vista como un escenario teatral y las personas como actores que interpretan diferentes roles. Así, dentro del esquema social se promueven las radios comunitarias como producto de la interacción, colaboración e incidencia social. Por ello, en el desarrollo de los roles sociales, la “Teoría de la dramaturgia” es vigente; ya que muestra que todos los ciudadanos tienen intereses, roles y proyectos que pueden integrar a los ciudadanos.
En contraparte, también se puede generar polarización, rechazo y desaprobación de los actores sociales.
A través de estigmas, los ciudadanos pueden construir una comunicación colectiva y coherente, pero si no se alinea a los intereses de todos, sufrirá expulsión del círculo social. Actuar a favor de incluir a todos los ciudadanos es plantear un rostro en el escenario, pero también se puede participar atrás del escenario.
Integrar a los diferentes actores es el reto que tienen las radios comunitarias y colectivas, porque pueden escalar en la simpatía de los ciudadanos; siempre y cuando puedan involucrarse con sus necesidades y desarrollar una propuesta innovadora y atractiva para la sociedad.
Goffman, al final explica que los ciudadanos actuarán conforme a sus expectativas, es decir ante la promesa de un premio o resultado. Por ello, en las campañas electorales los ciudadanos votan confiados en recibir un premio, un beneficio o en dado caso, una idea que pueda ser considerada como compartida con todo el grupo.
En caso contrario se puede producir una polarización, es decir, una construcción mental e ideológica de las propuestas, diferentes y contrapuestas que colocan a los ciudadanos unos contra otros. La idea por tanto, es unir, promover la participación y colocar a los ciudadanos hombres y mujeres alrededor de las radios comunitarias como una forma de integrar una obra teatral con múltiples actores.