Sociedad

La trashumancia

Una característica inherente al ser humano como especie biológico-cultural es el nomadismo. Siempre la humanidad ha buscado mejores lugares o tierras para sembrar, para el pastoreo, para tener fuentes permanentes de agua, en resumen, para vivir. La historia nos dice que el sedentarismo (asentarse en un lugar para permanecer en el durante mucho tiempo) es relativamente nuevo.

El anhelo de una vida mejor siempre será una meta de los grupos humanos que han migrado y se han establecido cerca de ríos, de tierras con vocación agrícola, de mejores climas y/o condiciones naturales. Todos, en alguna medida somos herederos de alguien que decidió migrar con su familia hace mucho tiempo a donde hoy vivimos. Migrar a las grandes ciudades llevo a nuestros abuelos, bisabuelos o tatarabuelos a donde hoy estamos. Como en todo, habrá excepciones, y la permanencia será un hecho definido para algunos pocos desde generaciones atrás.

Sin embargo, la regla para la gran familia humana es la permanente movilización.

Provenimos de migrantes, de nómadas, en alguna manera. Nos amontonamos en las grandes urbes del planeta apenas cien o ciento cincuenta años atrás. Migrantes fueron nuestros ancestros, pero hoy algunos se escandalizan por las cantidades de personas en esa condición que vemos en los medios, en nuestras calles, en nuestros transportes, en nuestros pueblos y ciudades. Por cientos, por miles. Las urbes mexicanas fronterizas con nuestro vecino del norte, atiborradas.

Infinidad de personas, con familias enteras (mujeres y niños incluidos) hacen hoy el viaje que decidieron por necesidad económica -hambre, escasez, falta de trabajo y oportunidades en sus lugares de origen- primordialmente, pero a veces por situaciones políticas que implican salvar la vida en un entorno adverso creado por otros seres humanos que dañan a su prójimo (próximo) por motivos incluso sin sentido: guerras, ideología, dominación, discriminación, afanes de expansión territorial, etc.

¿Cuántos desplazados ha dejado la guerra en Ucrania? Millones de personas. ¿Cuántos desplazados ha dejado el sistema actual en los países de América Latina? Millones de personas también, empezando por los mexicanos que emigraron o emigran a Estados Unidos de América -cuerno de la abundancia-, obligados por las carencias que enfrentan para lograr las condiciones de una vida digna en nuestro suelo. Todos tenemos un pariente o conocido que vive en dicha nación. Creo que ahí sí, sin excepción.

Y esa trashumancia (utilizo la palabra en su segunda acepción del Diccionario de la Asociación de Academias de la Lengua española), que inicialmente significó el desplazamiento de los pastores en busca de mejores tierras para alimentar a su ganado: ovejas, cabras y vacas), se ha convertido ya en el cambio periódico del lugar donde se asienta una persona para vivir. Nómadas y migrantes por obra de la naturaleza, inicialmente. Ahora nuestros actuales migrantes son “trashumantes” por obra del propio hombre: ante la falta de oportunidades conciben su destino en la búsqueda de mejores condiciones de vida que piensan encontrarán en otras tierras. Aún lejanas. Todos los continentes incluidos.

Como me maravilla ver el esfuerzo de estas gentes en su travesía, su decisión, su arrojo, su temple para persistir frente a todos los peligros, buscando la anhelada meta. Sorteando vicisitudes y pidiendo la ayuda de los demás en las calles de las poblaciones y ciudades por las que van pasando. Y cuando les doy apoyo preguntándoles de donde son, siempre encontraré la diferencia entre un impostor (simple vividor) y un migrante real, por su tono de voz. La inflexión del habla que los identifica con los lugares de donde provienen. Y te dirán su ciudad y su país sin ninguna duda. Vendrán con sueños, con metas. Con los significados de una nueva vida por la que correrán todos los riesgos: subir a la “bestia” –el tren que va para la frontera norte-, padecer enfermedades, carencias, un sol inclemente, hambre, sed, dolor, discriminación, incomprensión e injurias.

Sin embargo, a pesar de todos los pesares, harán honor a la historia humana, aún con las actuales fronteras políticas estatales: seguirán siendo trashumantes en el amplio territorio, de este casi siempre peligroso, pero hermoso planeta Tierra. Seguirán haciendo honor a su condición humana: ser nómadas, migrar, buscando siempre mejorar sus vidas. 

Trashumantes.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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