Sociedad

Nuevas epidemias

En alguna de mis columnas anteriores hice breve referencia a la novela del portugués José Saramago que tituló “Ensayo sobre la ceguera”. En ella mencionaba que una epidemia de ceguera blanca hacía que lo mejor y lo peor de la naturaleza humana quedaran al descubierto y desarrollaba una interesante ficción al respecto.

Y bueno, después del COVID-19, la viruela del mono y algunas linduras más que nuestras frágiles constituciones biológicas nos hacen padecer como humanos, se hacen presentes dos epidemias más.

La primera es un daltonismo creciente [el daltonismo es una deficiencia en la visión de los colores, que conlleva la incapacidad para ver ciertos colores de forma normal debido a una afección en los conos, que son las células de la retina encargadas de la percepción del color, y que casi siempre es genético] entre los conductores de autos y motocicletas por el cual no logran distinguir los colores de los semáforos ni las flechas de vuelta, y mucho menos las rayas amarillas, pasos de cebra, o las señales viales.

Pero ahora tengo mis dudas acerca de que puedan ver con claridad el sentido de las calles, de ciertas avenidas, y sobre todo, más tratándose de motociclistas, las aceras peatonales y las ciclovías. Son expertos en brincarse todas las trancas (algunos conductores también) y con ello añaden riesgos, adrenalina y vértigo a sus vidas, pero pueden llegar a dañar las de otros. En Jalisco los casos de Joao Maleck y Yigal “R” han sido emblemáticos del peligro que representan jóvenes al volante. Y también de la ineficiencia y lentitud de quienes “buscan” e “imparten” justicia.

Todo esto viene al caso porque esta epidemia de nuevo daltonismo significa (como cualquier acto corrupto) una ventaja indebida y malsana sobre quienes si respetamos leyes y reglamentos viales. Y no digo con esto que debemos buscar actuar como ellos. Al contrario, hay que exigir que cumplan a cabalidad con algo que es inherente a la vida social: el respeto hacia las reglas de la comunidad.

Cualquiera que obtiene una ventaja indebida sobre el resto de integrantes del cuerpo social, debiendo respetar las mismas reglas, atenta contra la seguridad de los demás. Y esto, en otras culturas y países es severamente repudiado y criticado; ya no digamos castigado.

En México, por el contrario, hacemos canciones de las hazañas de tales transgresores, y a quienes las interpretan los convertimos en exitosos artistas, o “influencers” en redes sociales. Una auténtica aberración.

Pero luego viene la nueva epidemia de ceguera, y esa recae en nuestras autoridades y órganos de gobierno de todo tipo: no ven nada como en la “ceguera blanca” de Saramago.

Es increíble que no se castigue severamente a motociclistas y conductores que cometen tales atropellos. Ni los ven. Y si fuera el caso, para eso existen los arreglos.

En los programas de verificación vehicular, las motos –grandes contaminantes- no verifican y los que utilizan combustibles diésel, en México generalmente vehículos pesados de transporte de personas y mercancías, parecen chimeneas ambulantes que alegremente se pasean por carreteras y ciudades, para terminar todos nosotros inhalando sucias partículas producidas por su combustión. Y luego nos dicen los (as) diputados (as) de Movimiento Ciudadano que impusieron dicho programa en Jalisco (con concesiones a particulares de treinta años) que es para que respiremos mejor (ajá).

La ceguera de nuestras policías y autoridades de cualquier competencia y rango, ha llevado a que vivamos en la zozobra por infracciones administrativas y actos ilícitos de todo tipo que no ven (y al parecer tampoco oyen -la sordera también existe) que nos están convirtiendo en habitantes de una nueva selva en pleno siglo XXI: la de asfalto. Lo más triste de todo es que al parecer no hay cura y mucho menos medicinas para estas modernas epidemias. Nuestras autoridades, en los tres niveles de gobierno, disfrutan enormemente de la hamaca. Al parecer no les interesa ninguna cura. Y en Washington opinan todos los días al respecto.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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