Después de un año al que no le ha sobrado ni un solo reto en todas las áreas de la política pública y la gobernanza, Claudia Sheinbaum arranca el segundo año, que traerá un nuevo rompecabezas.
El año que viene cada partido político tendrá que decidir candidatos para renovar 17 gubernaturas en 2027.
Hoy en día, Morena gobierna 12 de los estados que tendrán elecciones en ese año: Sonora, Baja California, Baja California Sur, Colima, Nayarit, Sinaloa, Michoacán, Zacatecas, Campeche, Guerrero, Quintana Roo y Tlaxcala. El PAN tiene tres: Aguascalientes, Querétaro y Chihuahua. Movimiento Ciudadano gobierna Nuevo León y el Partido Verde San Luis Potosí.
Por más que insistan en el partido hegemónico que si las tómbolas y las encuestas y que ellos son democráticos, queda claro que todo eso se acomoda según vayan las luchas y grillas internas entre personajes nacionales y a las broncas entre diferentes grupos de poder locales.
Al final de cuentas, buena parte de esas decisiones, como lo fue en el PRI y en el sexenio pasado, se tomará en Palacio Nacional.
Y esas decisiones, dadas las luchas intestinas en lo local, tienen consecuencias; no hay mejor ejemplo hoy que lo que vemos con Adán Augusto López Hernández y su relación con quien lo sucedió.
El esfuerzo mayor de Morena lo veremos en los cuatro estados que ni ellos, ni el PRD cuando existía, han gobernado: Aguascalientes, Querétaro, Chihuahua y Nuevo León. Sobran aspirantes en Morena para los tres últimos de la lista porque apuestan a que la popularidad de la Presidenta será la que los lleve al triunfo. La bronca de aquí a la candidatura, sin embargo, podría debilitar el rumbo, a menos que Sheinbaum intervenga pronto.
En algunos estados, como Quintana Roo y San Luis Potosí, los partidos apéndices de Morena, sobre todo el Verde, pelearán esas candidaturas y sus caprichos no están exentos de riesgos.
Y por último están aquellos estados en que ya gobierna Morena. El partido, por nuevo, nunca ha perdido una gubernatura cuando la gobierna —más allá de que la nueva gobernadora y su antecesor se odien— (sí, me refiero a Baja California). Pero gobernar desgasta.
Sheinbaum ha sorteado el primer año con éxito dados los retos que ha enfrentado —de la herencia económica y de seguridad a Trump—, ahora tiene otro reto, el de la política. Esa que no se resuelve con un Excel.
