Sociedad

La Rebeldía en el Pensar

La semana pasada escribí esta columna inspirado en la obra del filósofo Oscar de la Borbolla titulada “La Rebeldía de Pensar” (Fondo de Cultura Económica, Colección Breviarios, 2019) y en realidad quedaron algunas ideas e información en el tintero que quiero retomar en una segunda vuelta este día.

El pensar nos distingue de otros seres vivos (plantas y animales) y aun así hay humanos que no lo hacen ni lo practican, dice el autor: “Saber mucho acerca de un tema, o saber mucho acerca de muchos temas, no guarda relación con el pensar: se puede ser erudito, experto, docto y no haber sacado nunca ninguna conclusión, no haber hilado nunca dos ideas para obtener una tercera.” Por lo tanto, saber mucho no hace a alguien pensador.

Igualmente, externa: “el ser humano vive ocupado: la brega por la subsistencia o por la existencia lo mantiene ocupado, lleno de sentido, tenso por el afán que proyecta ante sí, en pos de lo que diariamente le dictan sus necesidades o sus sueños. La índole de las ocupaciones carece de importancia, porque cualquier asunto basta para colmarnos: corremos con la misma convicción detrás del pan que nos llevamos a la boca, que detrás del poema más excelso del mundo, que detrás del conocimiento que revolucionará la historia, que detrás del poder o de la santidad, o del dinero o de la justicia: cualquier afán nos llena, pues chico o grande, ruin o sublime, espiritual o pragmático, egoísta o altruista, solo requiere que nos entreguemos a él para que nuestra vida se llene, se retaque de sentido”.

Por lo tanto, a veces el pensar se convierte en secundario y olvidamos su carácter estratégico en la existencia que nos corresponde llevar, y a veces sobrellevar. Tres son las preguntas fundamentales a las que nos enfrentamos para “pensar”: ¿para que el afán, a donde conduce y qué sentido tienen el esfuerzo y las metas con que nos hemos mantenido ocupados? Complementadas con las grandes preguntas filosóficas sin respuesta, o con miles de respuestas (según se quiera ver): ¿qué hago aquí? ¿por qué soy? ¿por qué hay ser? Y allí empieza la conjunción entre las preocupaciones de lo habitual y como son convertidas las certezas en dudas. Lo cómodo en incómodo, y lo seguro en un hoyo negro sin final ni materia.

Y reflexionaba yo en la columna anterior sobre lo que nos señala De la Borbolla acerca de convertir el pensar en un ejercicio de la crítica y como esta última detona una valoración en relación con los cimientos deliberativos de nuestro ser social. Y continúo citándolo: “es por la crítica que los seres humanos hemos traído al mundo nuestra más genuina aportación: los valores, esa caprichosa red de relaciones o jerarquías que establecemos al querer y no querer. Porque el mundo humano, más allá de estar compuesto por los elementos consignados en la tabla periódica de Mendeleyev, está integrado por objetos que odiamos o deseamos, que repudiamos o preferimos: son la antipatía y el amor los extremos del metro con el que medimos lo que efectivamente comprende nuestro mundo”.

Y a partir de pensar y criticar el ser humano asciende a las alturas de la imaginación, las dudas, las posibles respuestas, las nunca perfectas certezas y las creaciones humanas que nos permiten sentir la belleza de la mitología, la música, la literatura y el arte, que dan otro sentido –más que el dinero- a la vida cotidiana mediante la que obtenemos el “pan nuestro de cada día”. Quedarnos al nivel de los otros seres vivos es perder la extraordinaria oportunidad de trascender.

Pero igualmente al pensar el ser humano puede transformarse en revolucionario, en extraordinario y en rebelde (con causa, principalmente) que acelere transformaciones del mundo y para el mundo.

De ahí el grave peligro que se cierne sobre la especie humana al quedarnos todo el tiempo a merced de las pantallas (mayormente del teléfono móvil o inteligente), pero ahora de la inteligencia artificial en todas sus expresiones y contextos: educativos, financieros, laborales, técnicos, científicos y por último que permean a toda la vida social. [Esta misma semana recibí un correo electrónico que supe está hecho con IA porque se me enviaron las dos versiones que esta propuso. Jejeje].

La premisa de la posmodernidad actual parece ser “Ya no pienses” “No hagas deporte, ejercicio físico o mental” y en una última instancia la frase que todos los poderosos del mundo piensan, pero no quieren decirnos: “No seas rebelde”, “No cambies”, “No te atrevas a revolucionar el mundo”, “Así estaremos tranquilos y contentos en una existencia dominada por el gran capital, las máquinas espías y las redes neuronales que te quitarán la sofocante carga de pensar”. Pero yo creo que es cuando más obligados estamos a hacerlo. Y ser rebeldes.


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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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