Tocamos el tema fundamental de nuestro tiempo y María Fernanda Ibarra Ramírez nos brinda una reflexión profunda y lúcida: “Al preguntarnos, ¿Somos feministas? todos nos andamos con cuidado, no lo negamos ni lo afirmamos, procuramos mantener una postura agnóstica, evitar incomodar al prójimo con nuestros ideales, evitar ser juzgados,bajar la mirada ante cualquier injusticia y mantenernos neutros.
Aunque neutros ¿Para qué?, para continuar prácticas que han sido normalizadas a través de siglos de historia, seguir aceptando un modelo de virilidad construido a base del dominio y del control, seguir condenando a aquellos barones que muestran cualidades normalmente atribuidas a las mujeres, seguir aplaudiendo conductas nocivas para nuestra sociedad, normalizar la violencia, las desapariciones, el dolor de todos los días de miles de familias que vieron salir a un ser querido y nunca volver.
Todos conocemos las liturgias del movimiento, sus discursos o al menos dela información que obtenemos principalmente de las redes sociales que muchas veces es manipulada y malinterpretada. Nos quedamos con lo que observamos pero nunca vemos más allá, no logramos empatizar con los demás, preferimos quedarnos en la línea y ver el panorama desde la comodidad. La comodidad y la certeza, que a nosotros nunca nos va a afectar, que a nosotros “No nos representa”.
Es importante que dejemos de contrastar los movimientos del pasado con los de la actualidad, que si se ha desvirtuado la causa, que si antes no se ejercía la violencia en las manifestaciones como ahora o que las del pasado eran las verdaderas feministas. Consideremos los hitos que han marcado la historia del feminismo, como hechos claves que impulsan y aceleran el proceso de liberación. Debemos ser conscientes de que los avances del pasado, son las transformaciones del futuro. No se puede llegar a una conclusión sin una hipótesis y a esta sin antecedentes.
Intentemos dejar de vivir en una sociedad fundada en el miedo. El miedo a ver cómo los bastiones de la masculinidad y años de tradiciones androcentristas se derrumban ante nuestros ojos, a ver diluir generación tras generación lo que en tantos años fue construido y arraigado. Despojémonos del temor a vivir libres de preceptos, a no quedarnos solamente en la opinión y menos con la de los demás.
Estamos en un momento donde no hay vuelta atrás. Y no debería, es momento de buscar nuestra verdad, derrocar viejas ideologías, cuestionar nuestro alrededor, construir nuestros propios criterios y si es necesario destruir nuestros paradigmas.
Hagamos el cambio y llevemos todo a la práctica, empecemos a intervenir nuestro entorno inmediato, sin miedo,sin cobardía, a alzar la voz,a manifestarnos subversivos ante la indiferencia, la violencia y la desigualdad. Dejemos nuestra huella generacional y modifiquemos el discurso que nos rodea, es nuestro deber construir una nueva sociedad, suprimir la causa de todos nuestros males, “la indiferencia” y acercarnos a convertirnos en una humanidad crítica capaz de cuestionar todo, de empatizar con los demás. Convirtámonos en agentes del cambio y tomemos el destino de nuestras sociedades en nuestras manos. Aboguemos por nuestros ideales, siempre que estos surjan de nuestra verdad y mientras no dañen al prójimo, dejemos que nos guíen hacia la justicia”.