Intentando entender el tiempo presente, un estudio de la Comisión Nacional de Liturgia, hace un planteamiento para iluminar, desde la fe, la situación actual, el compromiso de la fe para el creyente. Inicialmente dice:
“Según lo señalado por diversos expertos, hay fenómenos globales, llamados megatendencias, que se seguirán fortaleciendo en los próximos años, ante los que habremos de estar atentos, con una mirada de fe: la continuación de la inestabilidad en el mundo, el fundamentalismo religioso, la desigualdad económica y social; el empeño por implantar una nueva imagen del hombre y la mujer en un contexto mundial, la facilidad de viajar, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías; el crecimiento explosivo de las comunicaciones y el área tecnológica de la salud, una creciente preocupación por la ecología, así como la redefinición del papel de la mujer y del Estado que deja en manos privadas la mayoría de las actividades preponderantes, así como un crecimientos de la pluralidad y de la democracia con un mayor interés por la educación y las artes. (PGP. 42).
La anterior lista de lo que se llama “megatendencias”, fácilmente lo entendemos hoy en día, cuando oímos que el jefe de Estados Unidos busca controlar a los gobiernos del mundo anunciado que les va a cargar aranceles y los aludidos dicen que ellos también aplicarán los mismos porcentajes.
Estas noticias crean inestabilidad, no sólo económica, sino también emocional, pero a quienes permanecen con “mente fría”, se divierten con las tonteras del magnate, y los cartonistas dan vuelo a sus caricaturas, dado que el ocupante del Capitolio no deja pasar un día sin “ocurrencias”.
Pero desde las perspectivas de la fe, el mundo no debe ser diversión de los grandotes de la tierra.
Hay que ver con compasión samaritana, el sufrimiento de miles de humanos que caminan al norte en la búsqueda de un alivio para su existencia llena de miserias.
En su caminar, son los pobres, que desde su pobreza, tienden la mano caritativa así como los mas organizados como los que fundan albergues por los caminos por donde pasan los peregrinos que buscan vivir, mejorando sus condiciones.
Por lo dicho, sabemos que de los pobres nadie se debe burlar ni hacerlos objeto de desprecio.
No son pobres por su gusto. Las estructuras sociales de pecado los hicieron marginados.
Toda acción en su favor es evangélica.
El Evangelio comienza en el corazón cuando se ve la necesidad de hacer del prójimo, parte de nuestro corazón, ya que en su valorización está parte de la fe del creyente en Jesucristo.