El resultado de las elecciones federales realizadas el 2 de junio, para unos fue pasmoso.
Resultó lo que no esperaban, a pesar de que tenían los datos que a diario daban las encuestas, que eran públicas y que la mayoría eran mandadas a realizar por gentes de dinero.
Contaron con el apoyo de casi todos los comentaristas de radio, televisión y prensa, adversos a la política gubernamental, con muy pocas personas en contra.
Contaron también con el apoyo de algunas personas de la Iglesia Católica. Pero vino el resultado que manifiesta que mucha gente, de diversas clases sociales, piensa de otra manera, razón por la que el resultado es desconcertante y sorprendente.
¿Qué pasó? Ni con amenazas el pueblo cambió su modo de pensar, a pesar del descomunal despliegue de información negativa contra, las mayorías votantes no cambiaron de parecer y nos dieron la sorpresa de una votación que rebasa a todas las anteriores y favorecieron a una línea política que nada tiene qué ver con las minorías opositoras.
Y aunque no se quiera, se concluye que ya los medios de comunicación y los comentaristas muy renombrados, ya el pueblo les tomó la medida y respeta su camino, pero no son sus compañeros de opción social o política.
Como conclusión queda el caminar con los intereses del pueblo, en acompañamiento sincero, porque una mentalidad utilitarista, chapucera, mentirosa, etc., cuando el pueblo se da cuenta, deja chiflando en la loma al que quiere ser su dirigente, que no lo ha nombrado la comunidad, y aunque diga que es sobrino de algún santo, la gente de salario mejorado, que ya puede ir al mercado a comprar alimentos con lo que trae su bolsillo, que ya no depende tanto del prestamista abusón; y el comerciante, en pequeño o en gran escala, está contento porque su mercado es satisfactorio.
Antes esto no.
El pueblo mayoritario está contento por la recién pasada jornada electoral.
El pueblo minoritario, sufre.
A todos toca el reflexionar la realidad. No podemos mandar al diablo los medios de comunicación social ya que son instrumentos muy necesarios para el bien común.
El nuevo quehacer con estos instrumentos de comunicación, está en que deben ayudar al progreso del pueblo, y reflexionar muy en serio, que el interés de una pequeña minoría, no representa al pueblo.
Hoy más que nunca, forzados por la realidad, queda claro que los medios de comunicación social son para el desarrollo del bien común.
Hemos visto que al que hace un uso traicionero de éstos medios, se queda chiflando en la loma.