Política

La ONU sin Estados Unidos

  • Ekos
  • La ONU sin Estados Unidos
  • Javier García Bejos

Desde que Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos a finales de enero estaba quedando claro que toda idea de multilateralismo -heredada de los acuerdos de Bretton Woods y del orden institucional global posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial- estaba siendo sujeta a una profunda reestructuración, por decir lo menos. Las poco ortodoxas formas del republicano para conducir a la Casa Blanca en los asuntos internacionales habían enviado varias señales de alarma en diversos frentes.

Una de las más demoledoras fue el desmantelamiento de USAID, (La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) que esta semana cesó por completo sus operaciones. Esta no ha sido la única decisión que ha impactado en el antiguo espíritu de colaboración que tanto promovió Estados Unidos a lo largo de décadas. Su papel en la ONU también se ha ido reduciendo y una reciente prueba de ello es la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, que se lleva a cabo en Sevilla durante esta semana. El gran ausente ha sido, desde luego, Estados Unidos.

Y esto es llamativo en varios sentidos. Antes que nada, dejemos en claro que si bien algunos aspectos de los programas de ayuda internacional, tanto de la ONU como de Estados Unidos, han tenido innegables efectos positivos en miles de personas en países de renta media y baja, también es cierto que las más de las veces estas iniciativas terminan siendo una lista de buenos deseos ya que su naturaleza no vinculante deja a merced de la buena voluntad de los Estados el cumplimiento de los compromisos que en ellas se estipulan.

Dicho esto, volvamos a la conferencia de Sevilla y a lo que revela la ausencia de Estados Unidos.

Bajo el lema de “America First”, la actual administración republicana pretende redefinir la manera en que su país ha financiado a otros países. Está claro que tanto los mecanismos propios de la ONU, como los de Estados Unidos para este tipo de propósitos nunca fueron del todo gratuitos, pero ahora nuestro país vecino exigirá muchos mayores beneficios a la hora de decidir en dónde invertir. Esa fue una de las principales razones por las que se abstuvo de participar en esta última conferencia para el desarrollo: la incompatibilidad de intereses.

Para muchos, es una pésima noticia la cada vez más hostil actitud de Estados Unidos de cara al multilateralismo y la colaboración, pero para otros, significa una oportunidad para reforzar lazos y puentes, aunque sea con menos recursos financieros. Y ese ha sido justo uno de los temas centrales de la esta cuarta conferencia.

África y Latinoamérica son quiénes han puesto los puntos sobre las íes sobre el debate alrededor del manejo de la deuda en los países del Sur Global, y en cómo los mecanismos de financiamiento muchas veces ahogan a los países más pobres. Justo este tema, el de las diferencias entre el Norte y el Sur globales generó una disputa entre los presidentes de Francia y Colombia, Emmanuel Macron y Gustavo Petro respectivamente (el desencuentro se dio debido a que Macron consideró ofensivo el hecho de que se considere que Francia le dice que hacer a los países del Sur Global).

En ese contexto, la conferencia de Sevilla ha dejado un mensaje claro: la arquitectura financiera internacional necesita una transformación urgente y profunda. Más allá de la retórica habitual, el consenso entre los países participantes —con un fuerte impulso de África y América Latina— giró en torno a la necesidad de establecer reglas más equitativas, aliviar la carga de la deuda externa y aumentar la transparencia en la asignación de recursos financieros. Se hizo hincapié en el fortalecimiento de bancos de desarrollo regionales, en el diseño de mecanismos de financiamiento más accesibles para países vulnerables y en la reforma de instituciones como el FMI y el Banco Mundial, cuyos esquemas actuales siguen reflejando los desequilibrios del siglo pasado.

Por otro lado, la ausencia de Estados Unidos no solo dejó un vacío en términos de liderazgo político y financiero, sino que también evidenció que el multilateralismo actual deberá buscar nuevos equilibrios, tal vez menos dependientes de Washington. En ese sentido, la conferencia dejó entrever que, aunque más fragmentado, el nuevo orden puede apoyarse en alianzas Sur-Sur, en compromisos más horizontales y en una visión renovada de la cooperación internacional.

Lo que está en juego no es menor: se trata de redefinir el contrato global sobre cómo se financia el desarrollo, quién decide las prioridades y bajo qué condiciones. Que Estados Unidos haya decidido mirar hacia otro lado solo subraya la urgencia de que el resto del mundo mire hacia adelante.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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