Después de seis años vuelves a La tienda del Mago Chams, uno de los escasos comercios que sobreviven en este tramo de avenida Bucareli, escenario de masivas y prolongadas protestas, pero ya no está el hombre de frac y pelo cano, el mago elegante que aparecía en programas televisivos de hace más de medio siglo, como el conducido por Paco Malgesto y otros de aquella época; ya no está el amigo de David Copperfield, quien lo visitaba cada vez que este ilusionista estadunidense venía a México.
—Murió.
Es breve la respuesta.
La Maga Isis no quiere referirse a la ausencia de quien fue su maestro y esposo, con el que vivió por casi cincuenta años, pues “eso lastima”, dice esta mujer que conoció al Mago Chams en donde ella nació, Apizaco, Tlaxcala, durante un evento celebrado el Día del niño. Una década después ella se trasladaría al Distrito Federal.
Y aquí está la Maga Isis en la tienda marcada con el número 80 de avenida Bucareli —“con más de 60 años de experiencia en el arte de la magia”—, a veces sonriente y bromista y a ratos confundida cuando se le pregunta por ese instante en que una época se fue con El mago Chams.
Le resulta penoso recordar la fecha en que murió su compañero, a quien conoció antes de practicar la magia, oficio donde los aplausos, dice, reaniman a seguir por los escenarios que compartió con el Mago Chen Kai.
La tienda del Mago Chams es el establecimiento que más ha resistido las crisis provocadas por las protestas callejeras, algunas de estas con meses de permanencia en la zona, como las de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y del Sindicato Mexicano de Electricistas, SME, del Movimiento Antorchista y el Grupo de los 400 pueblos.
Muchos comercios vecinos han quebrado por culpa de los continuos plantones que taponaban la avenida Bucareli; La tienda del Mago Chams, en cambio, resistió, incluso con los meses de pandemia.
Otros establecimientos cercanos, de aquí y más allá, bajaron las cortinas para siempre; fue el caso de una tradicional cantina, pues los bloqueos ocasionaron que piquetes de policías federales sellaran las vías y dejaban sin paso a la clientela. En estos tiempos solo se desvía el tránsito vehicular.
En la actualidad hay menos protestas sobre avenida Bucareli, no así del otro lado, frente a la Secretaría de Gobernación, calle de Abraham González, domicilio del llamado Palacio de Cobián, donde es más constante y duradero el bloqueo de grupos inconformes que reclaman atención federal.
Pero eso es del otro lado.
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La post pandemia no cuaja, pues todavía es obligatorio el uso de mascarillas y gel para enjuagarse las manos. Y en algunos lugares la exigencia es más estricta, ya que es permanente la manipulación de objetos. Este aspecto no lo pierde de vista la Maga Isis.
La maga y su hijo están a cargo de la tienda, que en la época de más fama fue visitada por el ex presidente José López Portillo, quien pedía mientras le enseñaban el juego de cartas.
Otros conocidos visitantes de aquellos años eran los hijos de los entonces presidentes Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo. Una hija de este último, por ejemplo, adquirió pelucas.
Dichas anécdotas te las contó El Mago Chams, de nombre Óscar Vivanco, a quien conociste por primera vez en noviembre del año 2014, cuando también te dijo: “Me gusta la magia porque es un arte muy lindo, muy bonito, muy padre, para niños y para adultos”.
Le preguntaste:
—¿Y qué me puede contar de David Copperfield?
—Pues visitaba la tienda y se quedaba sentado en ese banquito; me conoció en Estados Unidos, donde llamé su atención y nos hicimos amigos; y cuando viene a México, me visita y se pone feliz aquí, sentado —relató mientras señalaba un banquito de madera.
—¿Y cómo es David Copperfield?— se le pregunta ahora a la Maga Isis, quien se acomoda bien la doble mascarilla.
—Es muy buena persona, muy sencillo, o era sencillo, quién sabe ahora cómo sea, porque la gente cambia; más con la edad, va cambiando la gente.
En aquel 2014, la Maga Isis frisaba 61 años y 87 el Mago Chams. Ahora, con 67 años, en este recodo de Bucareli, ella, su hijo y un ayudante atienden el negocio de magias y bromas. Ella no pierde el humor, pero siente algo de confusión cuando se le menciona a su esposo.
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“Vendemos magia para niños, vendemos magia para adultos, vendemos magia de la que usted desee, vendemos lo que necesiten los payasos, vendemos maquillaje, vendemos zapatos, vendemos bromas”, detalla la maga.
La pandemia disminuyó sus ventas, de modo que el reinicio ha sido lento en este negocio con cerca de dos mil artilugios.
“El aparato no hace nada”, alecciona Isis, y precisa: “Usted le va a dar la vida al aparato”. “Nosotros, cuando llega la gente, le hacemos una demostración de lo que va a comprar”.
Y advierte:
“Usted me dice, por ejemplo, me quiero llevar éste; entonces, cuando ya me lo compra, le enseño el secreto; si no, no”.
La Maga Isis sugiere que en cada demostración se le ponga suficiente sabor, condimento, como si se tratara de un buen guisado.
Y uno de los ejemplos es el juego de las cartas, que en poco tiempo y con movimientos rápidos convierte en diferentes tamaños.
—¿Y qué más tiene?
—El tubo con pelota, barajas que se hacen chiquitas, cajitas que desaparecen, también tengo para aparecer palomas y conejos, guillotina de cabeza, zapatos grandes y jaulas. Tengo todo lo que necesite un mago. Todo lo aprendí con mi esposo, el Mago Chams.
—¿Y cuál era su truco favorito?
—A él le gustaba todo y lo hacía con mucho amor, pero lo que le gustaba más eran las cosas de manipulación.
—¿Cuesta trabajo aprender?
—No, si usted llega a un lugar donde le enseñan perfectamente, como aquí. Entonces la gente se va encantada; porque no es de que “te lo llevas y haber cómo lo haces”.
—¿Con la pandemia cambió esta actividad?
—Pues sí, porque mucha gente estuvo encerrada en su casa y nos hablaban para preguntarnos si teníamos magias para niños, porque no los aguantaban y querían entretenerlos.
Y aquí permanecerá la Maga Isis, con la enseñanza de su maestro, el Mago Chams, quien se dedicó al ilusionismo durante casi 70 años en este espacio donde las sorpresas saltan a la vista.
Es una tienda que, como por arte de magia, no ha sido ahorcada, como otras, por tantas manifestaciones que ha visto pasar.
Humberto Ríos Navarrete