No hay que alarmarse ante la escasez de agua, recomiendan quienes, supuestamente, saben del tema: pero como Máynez el candidato diría: y tu nieve, ¿de qué la quieres?
Cuando uno ve las películas futuristas en donde se anuncia el fin de la vida en la Tierra, pareciera que esas profecías ya nos alcanzaron.
Ahí están las familias del ejido Mata de La Monteada, colindante con Tamaulipas, en donde habitan 100 familias de pescadores y las cuales amenazan con retirar las costaleras que impiden que el agua salada llegue al sistema lagunario del río Tamesí.
Ellos están a punto de afectar a toda la población del sur de Tamaulipas, lo saben a la perfección, pero en su desesperación por la falta de apoyos de la burocrática e inepta dependencia federal llamada Comisión Nacional del Agua -Conagua-, bloquean su consciente de las consecuencias que esto conlleva.
Los pescadores tienen hambre, no tienen ya el sustento que les da su labor, carecen de un medio de transporte terrestre para llegar a un área urbana en donde se les pueda apoyar con atención médica en caso de una enfermedad; en pocas palabras, están solos y abandonados.
En la ciudad los tandeos parece que ya se están dando, aún sin los anuncios respectivos; sin embargo, nadie se quiere quedar sin el líquido y el almacenamiento del agua es generalizado, desde cubetas, barriles, tinacos y albercas.
Los antiguos habitantes de la región afirman que cuando menos en los últimos 80 años no se había presentado una sequía similar en esta parte del país, y la culpa, como siempre, ha sido por la nula atención que esta zona tiene de los gobiernos federales, sea cual sea el partido del que emanaron.
¿Y qué decir del huachicoleo de agua del Guayalejo, en el área del Mante y Xico, en donde caciques y malosos dominan el control del líquido e impiden que fluya hacía el Tamesí y, a su vez, a las lagunas del sur de Tamaulipas?
Supuestamente ya llegaron los de la Guardia Nacional a poner orden, pero pareciera que lo hicieron de manera tardía.
Y un tema inevitable: las 200 industrias de la zona, que se llevan el 80% del agua y son defendidas por Lutero y sus secuaces.
Con todo lo anterior, es por eso que aplica el dicho: “Y tu nieve, ¿de que la quieres?”