Muchos hace un año le rogaban a San Isidro mandará el milagro de la lluvia, y quienes son creyentes supieron que intercedió para que un Huracán Alberto trajera agua sin precedentes a regiones de Tamaulipas, en donde la sequía causaba ya estragos mortíferos para el ganado, la agricultura y el peligro de parar la industria y afectar severamente a la economía, al ser humano y el resto de la fauna y la flora.
Las autoridades declaraban que hacían hasta lo imposible por llevar agua a los habitantes del Sur de Tamaulipas y para ello trajeron pipas de otras regiones que surtían a familias de manera escalonada y limitada, aunado a que colocaron máquinas de bombeo con grandes mangueras para tratar de llevar la fuente de vida a la estación de la Comapa AltaVista.
Las tuberías y la maquinaria de las plantas tratadoras sufrieron desperfectos provocados por las grandes cantidades de sedimentos arrastrados que hacían que el agua potable no lo fuera tanto, llegando a los hogares con un color turbio, y hasta lodosa.
Conseguir garrafones de agua purificada era cuestión de perseverancia, de hacer filas en las embotelladoras para conseguir un garrafón, la mayoría llenados en otras ciudades y bañarse ya era un riesgo personal, la suciedad y el olor del agua entregada era a todas luces peligrosa.
Pero Alberto llegó y el Chairel y todo el sistema lagunario volvieron a nacer y vinieron los anuncios del milagro provocado por débiles y baratos esfuerzos, como pipas, costaleras, una draguita y el anuncio de desalinizadoras que nunca llegaron, para que el tiempo siguiera su marcha y el olvido también.
Un año después la naturaleza caprichosa nos trajo agua de más, ese líquido que es desperdiciado, por que la autoridad no ha podido o no ha querido saberlo capitalizar mediante el almacenaje a grandes escalas, lo que ha impedido que la fortuna y el progreso lleguen a raudales.
No debemos olvidar que hay gente sufriendo, que está en estado crítico en colonias bajas, que la ayuda gubernamental no es suficiente, así que quien así lo decida puede acercarse a los que no festejan la llegada del agua.
Vivir en sequía es malo e inundado también; el equilibrio se logrará con Voluntad y Trabajo de los gobernantes.