Una de las más sobadas figuras utilizadas en este periodo electoral es la antigua división mundial entre “izquierda” y “derecha”, donde se insiste en el modelos económico como el detonante para que unos sean considerados de “derecha” -conservadores- y otros de “izquierda” -o liberales-.
Esto, hoy en día, es una mentira.
Solo pregunten lo siguiente: ¿Cómo considerar a un gobierno de “izquierda” cuando no despenaliza el uso de sustancias y, al contrario, las persigue aun más a partir de la prisión preventiva oficiosa? De hecho, ¿Cómo quieren defender a un gobierno en su progresividad si desea tener una herramienta como la PPE en su mano?
Seguimos hablando de comunismo y socialismo cuando los parámetros no existen o están en transformación. ¿Es China una potencia comunista? ¿El gobierno de Putin es socialista? ¿Maduro, Petro, Diaz Canel pueden considerarse como revolucionarios?
Todas las respuestas son negativas, el juego geopolítico es otro y lo que deberíamos entender es qué herramientas son las que se usan actualmente y el papel que jugamos -accidental o incidentalmente-.
Hoy el poderío es tecnológico y comercial, siendo los principales países en bloques antípodas China y los Estados Unidos. La forma de gobierno es lo de menos, lo importante es la penetración que se tiene a partir de productos, aranceles y tecnología.
Veamos un caso cercano: autos eléctricos.
El gobierno de los Estados Unidos tiene una de las flotas vehiculares más grandes del mundo. También, una de las más contaminantes.
Por ello, hace una década vieron una oportunidad única: incentivar el cambio de toda la flota vehicular a partir de criterios ambientales.
Así, la sociedad estadounidense se puso para el 2030 -seis años en adelante- el ya no fabricar autos de combustión interna. Elon Musk lo entendió a la perfección y construyó un ecosistema eficiente de autos y supercargadores. Tesla iba ganando el mercado norteamericano y en otras latitudes, como Noruega o Gran Bretaña.
Las grandes armadoras -necias en seguir el modelo anterior a partir del incremento en sus ventas- llegaron tarde y comenzaron a gastar millones de dólares no solo en la implementación sino también en promoción de modelos conocidos transformados en autos eléctricos.
Autos que eran caros y, aun, poco adoptados por el consumidor.
Hasta que llegó el cambio de paradigma.
China comenzó a promover la llegada de nuevas marcas con diseños atractivos y precios accesibles tanto para modelos de gasolina como para eléctricos. Como muchas de las cosas importadas de allá, había cierto plagio en las líneas y trazos pero nunca como para ser una copia cínica.
Marcas como MG -sí, muchos creen que son ingleses- o JAC comenzaron a tener una adopción en diversos mercados internacionales.
Y, luego, llegó BYD.
Build Your Dreams se transformó en el verdadero dolor de cabeza de Tesla. Los modelos eran bonitos, los precios eran muy bajos y había una cantidad enorme para dotar, primero, al mercado chino y después conquistar el mundo.
Durante 2023, BYD fue la compañía que vendió la mayor cantidad de autos eléctricos en el mundo. Esto ocasionó una crisis de la cual Tesla aun no sale: la adopción de eléctricos de forma masiva no era de Musk, sino de BYD.
La crisis ha ocasionado cierres y despidos, incluso la ralentización en el armado de la red de supercargadores de Tesla en el mundo. De forma paralela, armadoras siguen con la producción de EV, pero han temperado su emoción hasta ver qué sucede con los consumidores en el mediano plazo.
Musk, por su parte, ha comenzado a ser más rudo en la defensa de sus empresas, al atacar y cuestionar gobiernos que le dan facilidades a BYD en sus territorios.
Así, el caso de los EV es parte de una guerra comercial e ideológica que se extiende a redes, plataformas, artículos del hogar y hasta entretenimiento, lo que termina por afectar la estabilidad norteamericana y, por ende, el aspecto político.
México está comenzando a jugar rudo en este vaivén geopolítico, jugando del lado de los EUA e imponiendo aranceles a un millar de mercancías de procedencia china.
Este será otro de los conflictos que deberá enfrentar el nuevo gobierno. Conflicto que no puede abordar como lo han hecho hasta hoy.
¿Por qué? Sencillo: ya no estará AMLO y su carisma para bloquear las presiones y, en contraste, Trump regresará a presionar con toda la fuerza posible.
Así que, por el momento, deberíamos comenzar a cambiar nuestro lenguaje de “izquierda” y “derecha” por algo que sea más pertinente en el aquí y en ahora.