Política

Hijos lelos

¿Cuánto tiempo se tarda un movimiento político en reventar? A veces, menos de una década.

El ejemplo claro es el panismo ganador de principios de siglo. Fox y camarilla no entendieron el momento único de la historia nacional para cambiar de raíz las circunstancias sociales y políticas. En cambio, la frivolidad y el pasmo fueron la vía para que Andrés Manuel López Obrador entendiera cuál era el camino alterno, camino que pavimentó casi hasta arrebatar el poder.

Si AMLO no lo logró en el 2006 -porque no lo logró, pese a todos los alegatos de fraude- fue por los errores de soberbia y discurso de la campaña. Cierto, López Obrador tenía la presidencia en la bolsa gracias al desafuero y lo gris de Calderón, pero los excesos discursivos emprendidos en los mítines, su ausencia del primer debate presidencial y su indefinición sobre aspectos de economía llevaron a la clase media a desconfiar del cambio. Clase media que, aún hoy en día, es necesaria para ganar una elección.

Hoy, el obradorato -movimiento que surgió gracias a la tenacidad de López Obrador combinado con los enormes errores de priístas y panistas- está en la transición de ser perdurable o tronar a partir de los errores típicos de la política.

No la tiene fácil.

Primero, el heredero natural. Andrés Manuel López Beltrán no es nuevo ni en la política ni en el escándalo. Desde décadas atrás se le vincula con el gusto por lo caro y la incertidumbre sobre de dónde salen sus recursos. Muchos saben que López Beltrán estuvo encargado del movimiento territorial -en el más puro estilo del PRI- para lograr el triunfo en el 2018. También se sabe de los múltiples rumores sobre negocios y reuniones con empresarios para que, a cambio de beneficios personales y de grupo, llegaran a lograr negocios en la 4T.

Sin embargo, lo que hoy vivimos es un poco más grave para la subsistencia de ‘Andy’ -apodo que usan sus cercanos de cariño y sus lejanos como insulto- dentro de la vida pública.

Cierto, nadie ha comprobado que los recursos con los cuales se fue de vacaciones a Japón fueran de procedencia ilícita, pero en política más vale ser y parecer.

López Beltrán justificó sus gastos sin considerar que lenguaje y precios expresados se volverían ofensivos para los mexicanos. Decir que sus jornadas de trabajo fueron extenuantes y presumir como precio bajo los 7,500 pesos por noche en un hotel con desayuno incluido es no comprender lo que es el trabajo duro y el sacrificio de miles de familias mexicanas que nunca podrían pagar esa cantidad no por una noche, sino por una semana de vacación. No entender esas diferencias es, ya, el botón de salida, botón que las cuentas afines a Jesús Ramírez han aumentado.

Por el otro lado, Adán Augusto López. El senador, ex secretario de gobernación y ex gobernador de Tabasco insiste en su inocencia ante el caso de Hernán Bermudez. Inocente hasta la ineptitud, López Hernández prefiere reconocer su incapacidad para gobernar un estado asediado por el crimen organizado que dejar dudas de su desconocimiento sobre las actividades de quien, mañana a mañana, se sentaba a su lado en las mesas de seguridad.

Ineptos e inútiles, ambos personajes que han convertido en un lastre no sólo para la presidenta, sino para el legado de López Obrador.

No parecen tener final feliz, como no lo tuvieron los Hermanos Lelos, esos que de tan torpes, siempre perdían en la televisión cómica mexicana.

De tan cómico, terminó siendo trágico.


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Gonzalo Oliveros
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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