En la escena ochentera musical, la banda Alphaville se hizo muy popular con una canción que hablaba de lo famosos y populares que eran en el lejano oriente. Años después, Tom Waits retomaría el título y la aceptación popular sobre cómo triunfar más allá de tu tierra. Big in Japan.
Seguramente Andrés Manuel López Beltrán quería todo menos que un viaje de descanso -o lo que fuera- a la capital japonesa se convirtiera en algo tan grande que lo descarrilara de sus aspiraciones políticas.
López Beltrán no es ajeno a los escándalos y lo elusivo. Desde hace años los rumores sobre negocios y conexiones han volado en un sector social específico: el de los poderosos. Aun antes de la ascensión de su padre al poder, empresarios y políticos sabían que “Andy” tenía un influjo especial en Andrés Manuel López Obrador.
Por ello, de sus tres hijos mayores de edad en el periodo que gobernó, Andres Manuel López Beltrán fue el único que combinaba su ambición política de manera muy cercana a su padre con los rumores sobre ambiciones económicas muy específicas.
Aún hoy, tras la aparición sospechosa de las fotografías infames, voces insisten que la filtración no fue un mero accidente donde un ciudadano se encontró al Secretario General de Morena por casualidad, sino que López Beltrán cargó con una sombra que reportaba a alguien dónde, cuándo y con quién estaba.
¿A quién podría importarle tanto la locación del personaje en cuestión?
No, no es a los empresarios de derecha que no desean un nuevo periodo de la dinastía AMLO, por más dinero que se tenga se requiere además entender cuestiones de vigilancia y espionaje.
Tampoco a los partidos opositores que, pese a ver cómo se dibujaba el escenario adverso al Turismo del Bienestar, no tienen los recursos y, mucho menos, la valentía de imponerse al poder del vástago y su padre.
Entonces ¿Quiénes quedan?
La lista se reduce a dos: Palacio Nacional y Casa Blanca.
Si Claudia Sheinbaum mandó vigilar a los miembros rebeldes de MORENA que de forma continua han diezmado la autoridad presidencial creyendo -y haciendo creer- que el poder no está en el Zócalo sino en Palenque, “Andy” y otros personajes deberán pensar dos veces los pasos a seguir en cuanto la disciplina interna del movimiento.
Pero si la sombra vino de otro lado quiere decir que está aun más complicado. No me malinterpreten, si el espionaje es de presidencia -con un poder de inteligencia que hizo saber en dónde estaban todos los adversarios políticos-, la confrontación será agria, severa y con pérdidas.
Pero si el seguimiento lo hizo el gobierno de EUA, las posibilidades son muy sencillas: Rubio está dando un puente de plata para que López Beltrán -de hecho, toda la familia- se retiren con decoro -poco, pero aun decoro- de la vida pública antes que otro tipo de operativo los dañen de forma irremediable en su prestigio y legado.
Queda, por supuesto, la última palabra de Andrés Manuel López Obrador. Retirado de la vida pública pero -seguramente- enterado de los escándalos de sus allegados y protegidos, AMLO tiene dos caminos principalmente: dejar que las piezas caigan solas o -apoyado por el enorme respaldo popular real que tiene- aplicar una contraofensiva.
Esperemos, porque si es la segunda, el escándalo será tan grande que llegará a los noticieros de Japón.